—¡Ahora sí que está mejor! ¡De ahora en adelante, simplemente sígueme obedientemente!
Luo Cheng sonrió mientras acariciaba al León de Jade Llameante. En un instante, aterrizó firmemente sobre el lomo del caballo y tiró de las riendas.
—¡Arre!
¡Rugido!
El León de Jade Llameante se alzó sobre sus patas traseras con un largo relincho, sus robustas patas golpeando con fuerza. Como una flecha disparada desde un arco, su figura avanzó velozmente, cruzando varios cientos de metros en apenas unos instantes.
—¡Qué caballo!
Sintiendo el viento feroz golpeando su rostro, Luo Cheng no pudo evitar elogiarlo.
La velocidad de este León de Jade Llameante era tres veces más rápida que su anterior caballo de crin verde.
¡A este ritmo, si se esforzaba en viajar, le tomaría solo unos pocos días regresar a la Secta Xuanyuan!
¡Relincho!
Luo Cheng tiró de las riendas y detuvo al caballo.