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Más de una docena de figuras, hábiles y entrenadas, entraron en la mansión silenciosamente, sus pasos inaudibles mientras buscaban a su objetivo bajo la tenue luz.
Uno de ellos tomó la delantera hacia el segundo piso, abriendo suavemente la puerta del dormitorio.
Apenas se podía ver ropa blanca desde la ventana hasta el cuarto de baño. La única puerta con luz proveniente de ella en toda la villa era la del cuarto de baño, evidencia suficiente de que Yacha estaba duchándose.
El asesino sombrío desenvainó lentamente su espada larga, la hoja emitiendo un brillo frío, su intención asesina abrumadora.
Un paso, dos pasos...
Se acercó silenciosamente, escuchó el sonido similar a la lluvia del agua desde dentro, sostuvo la espada con una mano, mientras que la otra tocaba ligeramente el pomo de la puerta, ¡listo para irrumpir y asestar un golpe fatal a Yacha en un instante!