Cuando se acercaba la noche, el crepúsculo estaba a punto de caer.
Zhang Jinhai estaba sentado inquieto, esperando que el personal de la Oficina de Seguridad Pública llamara a su puerta. En su mente, ensayaba sus respuestas una y otra vez, pero la gente de la Oficina de Seguridad Pública nunca llegó.
En una mezcla de pánico y alivio,
se preguntó: «¿Podría ser que Chen Jiongyuan usara sus conexiones para resolver el asunto?»
En ese momento,
Zhang Ling se acercó a grandes zancadas y exclamó:
—Padre, he vuelto.
Zhang Ling, con una altura de 1,8 metros, de piel clara y con una mirada vivaz en sus ojos, era valiente y estratégico, y muy estimado por Zhang Jinhai.
Zhang Jinhai preguntó asombrado:
—¿Por qué has vuelto? ¿No te dijeron que no regresaras?
Quitándose el sombrero y las gafas de sol, Zhang Ling dijo en voz baja: