Capítulo 1: El silencio antes del rugido

Frente oriental — Junio de 1941

El sol caía a plomo sobre los campos abiertos.Ni una nube. Ni una sombra. Solo calor, polvo… y ese silencio que no era paz, sino espera.

Los tanques estaban alineados bajo lonas tensadas con cables y rocas. El metal hervía al tacto. Dentro del campamento, algunos soldados dormían sobre mantas finas, otros jugaban a las cartas, otros afilaban bayonetas sin mirarlas. Nadie hablaba demasiado. Todos sabían que la calma tenía fecha de caducidad.

—¿Cuánto más? —preguntó Lukas, quitándose el sudor de la frente con la manga.

—Cuando digan “adelante”, no cuando tú lo quieras —respondió Helmut sin levantar la vista de la radio.

—Llevamos semanas aquí. Los rusos ya deben saber que estamos —añadió Ernst, dejando caer una piedra sobre otra, solo por escuchar el sonido.

Falk no dijo nada.Estaba sentado sobre una caja de munición, observando el horizonte plano. Ni trincheras, ni pueblos, ni columnas de humo. Solo hierba seca y grillos. Y, más allá, al otro lado del mapa… la URSS.

El Panzer IV seguía entero. Intacto. Como nuevo. Demasiado nuevo.La tripulación lo había revisado tres veces esa mañana: cadenas, lubricantes, municiones, radios, visores. Todo listo. Todo esperando.

—Está demasiado limpio —murmuró Konrad, apoyado contra el cañón—. Me da mala espina.

—Pues ensúcialo tú. Arrástrate un poco —replicó Lukas con media sonrisa.

Pero nadie se rió.

Por la noche, llegó un mensajero en motocicleta.Traía una nota. No órdenes. Solo un aviso:

“Las divisiones avanzadas ya han cruzado la frontera. El alto mando definirá mañana los movimientos de reserva.”

Falk lo leyó sin emoción. Lo dobló. Lo guardó.

—¿Eso es todo? —preguntó Ernst.

—Eso es lo que hay —respondió Falk—. Aún no es nuestro turno.

Durmieron mal.Konrad se quedó sentado hasta tarde, desmontando el sistema de puntería.Helmut escuchaba la radio con los auriculares puestos, como si pudiera oír el futuro.Lukas afiló su cuchillo con una piedra y se quedó dormido con él en la mano.Ernst rezó sin que nadie lo notara.Y Falk… simplemente esperó.

Esperó a que el silencio terminara.A que el rugido volviera.Porque él lo sabía.

No importa cuánto limpies el blindado.No importa cuántas veces practiques la entrada y la salida.No importa cuántas veces le des vueltas al mapa.

Cuando llegue el combate, será todo distinto.Y esta vez… será a vida o muerte.