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Sinopsis:

Tras la feroz campaña de Ucrania y los combates que culminaron en Kiev, la Leibstandarte SS Adolf Hitler ya no es la misma. Diezmada pero no derrotada, su núcleo blindado se reorganiza en Francia, al mismo tiempo que el avance sobre Moscú se detiene bajo el peso del invierno y las dudas estratégicas. Nadie sabe con certeza hacia dónde se moverá la guerra… excepto unos pocos.

Mientras Falk Ritter y su tripulación reciben un nuevo Panzer IV de cañón largo, aún lamiéndose las heridas del frente oriental, un nuevo destino se cierne sobre ellos: África.

En una operación inesperada, parte de la división es enviada a reforzar el esfuerzo del Eje en el desierto, donde las fuerzas de Rommel, Italia… y España, bajo el mando del general Yagüe, avanzan hacia El Cairo, Palestina y más allá.

Pero bajo el sol abrasador no hay refugio para la conciencia. Entre el polvo, las ruinas antiguas y el fuego enemigo, Falk y los suyos deberán adaptarse a una guerra distinta, sin nieve ni trincheras, pero con la misma sombra de muerte… y aún más preguntas sin respuesta.

La historia avanza. El Reich se expande. Pero la guerra, como siempre, va por delante.

Leibstandarte: Moscú a vida o muerte Libro IV

Brecha occidental — Sector 9K, borde del corredor de escape29 de enero de 1943, 17:50 horas

Y sin embargo, todo seguía cubierto de hielo. La paradoja del frente oriental: fuego y escarcha, sangre y vapor, muerte y silencio. A cada ráfaga, el viento traía consigo cenizas y nieve.

Falk no tenía sensación en los dedos. Ni del frío, ni del calor. Solo en la mirada: fija, afilada, más allá del miedo.

—¡Otro grupo por el este! ¡Siete T-34! —informó Ernst.

—¡Y más infantería al sur! —añadió Konrad—. ¡Van a intentar cerrarnos!

Falk no respondió. Solo bajó los prismáticos.

Helmut ya tenía la siguiente munición lista.

El último Panzer IV, que ya arrastraba daños desde el inicio de la ofensiva, intentó cubrir el retroceso de un grupo de tiradores alemanes. Disparó dos veces. Una dio en el blanco. La otra, no.

Un proyectil soviético impactó en la suspensión trasera. El blindado giró bruscamente, se detuvo y comenzó a echar humo.

—¿Tripulación? —preguntó Falk de inmediato.

—“Aquí Wagen 34. Salimos. Todos bien.”

Falk asintió con los dientes apretados.

—Retiraos hacia el fondo del corredor. El Tiger y el Panther aguantan.

La línea de tanques soviéticos no avanzaba. Pero tampoco se detenía. Era un martillo constante. Un golpe tras otro. Un castigo sin fin.

Konrad giró la torreta del Panther, disparó, y volvió a girar.

—¡No me queda munición perforante!

—Entonces apunta a los flancos. —Falk.

—Lo hago. ¡Pero estos bastardos siguen viniendo!

Una lluvia de cohetes Katyusha cruzó el cielo.

Los estallidos levantaron a Falk del asiento. El Tiger aguantó. Pero alrededor, todo temblaba.

Helmut sangraba de un brazo. No se quejaba.

Ernst vomitó dentro del casco. Siguió disparando.

—Aquí el pelotón de asalto. Dos tanques en pie. Todos vivos. Seguimos en posición.

Porque probablemente ya no quedaba nadie más al otro lado de la radio.

El Panther.El Tiger.Y el frente.

Capítulo 83 – Hasta el último disparo