Capítulo 10: Cuando la verdad duele más que la mentira

Capítulo 10: Cuando la verdad duele más que la mentira

El rumor se esparció como pólvora.

“Pedro abusó de Camila.”

Yo conocía a Pedro. No éramos amigos, pero lo suficiente como para saber que no era un tipo violento.

Miguel y yo estábamos en la biblioteca cuando lo vimos salir de la oficina del rector con la cara rota en ansiedad. No lloraba, pero sus ojos gritaban.

---

—"¿Lo crees capaz?", preguntó Miguel, con tono neutro.

—"No sé…", respondí.

Y odié no saberlo.

Porque el silencio en estos casos siempre parece sospechoso.

Si callas, eres cómplice.

Si dudas, eres insensible.

Y si lo defiendes… ya estás condenado.

---

Camila, por otro lado, tenía el apoyo automático de todos.

El colegio, los profesores, los estudiantes.

Y quizás lo merecía. Quizás decía la verdad.

Pero algo no cuadraba.

Las fechas, los lugares, las conversaciones filtradas en los chats.

Yo no quería ser juez, ni héroe. Solo quería entender.

---

Fui directo a Pedro.

Lo encontré solo, sentado en el campo, mirando la nada.

—"Dímelo tú. ¿Es cierto?", pregunté sin rodeos.

—"No, Alexander. Te juro por lo que más amo que no. Me está mintiendo. Me quiere destruir porque yo no quise seguir con ella."

Lo dijo sin rabia. Sin lágrimas.

Solo con una tristeza que pesaba más que mil gritos.

---

Miguel y yo investigamos. No porque quisiéramos salvar a nadie. Sino porque no podíamos vivir con la duda.

Encontramos mensajes borrados, testimonios contradictorios, y a un profesor que confirmó haber visto a Pedro en otro lugar justo a la hora en que, supuestamente, todo ocurrió.

Fuimos con Marta.

Ella escuchó. Y luego nos dijo algo que no voy a olvidar:

—"Cuando se trata de justicia, no basta con buenas intenciones. Hay que tener el valor de buscar la verdad, aunque duela, aunque incomode, aunque te haga enemigos."

---

Pedro fue declarado inocente.

Camila confesó.

Dijo que solo quería vengarse, que se sintió humillada, que no midió las consecuencias.

Nunca se disculpó públicamente.

Y muchos aún creen que él "tuvo suerte".

---

Ese día entendí algo brutal:

En un mundo lleno de voces, la verdad a veces es la que menos se escucha.

Y Miguel lo resumió con una frase que aún me quema:

—"Si luchamos por la justicia, tiene que ser para todos. Incluso para los que nadie quiere escuchar."

---