Base de Cancún, Quintana Roo, México
Lyris, la enviada Lireana, apenas había terminado de transmitir la asombrosa noticia de la rendición de Amitiel y el aparente regreso de Cthulhu a un sueño profundo en el Triángulo de las Bermudas, cuando su dispositivo de comunicación en la muñeca volvió a vibrar con urgencia. Una luz parpadeó, indicando una transmisión entrante de alta prioridad, asegurada bajo múltiples capas de encriptación Lireana.
"Hay... hay más," dijo Lyris, su voz teñida de una nueva incredulidad. "Una... una confirmación visual. Dirigida específicamente a los mandos Lireanos y a cualquier... 'potencial aliado terrenal' que esté presente." Con un gesto, proyectó el contenido en la pantalla holográfica principal del centro de mando de Cancún.
La imagen que cobró vida era inestable, claramente tomada desde una fuente móvil en medio de una escena caótica. El interior de una vasta estructura Netlin, sin duda la Shekinah Caída o una de sus ciudadelas principales, se veía devastado. Paneles de cristal destrozados, consolas humeantes, y el brillo parpadeante de luces de emergencia Netlin luchando contra la oscuridad.
Y en el centro de la imagen, el Comandante Supremo Amitiel.
Pero no era el Amitiel de poder y autoridad cósmica que Enki había descrito o cuya presencia mental habían temido. Este Amitiel era la personificación de la derrota. Su armadura de luz y sombra estaba agrietada, astillada, la luz interna que emanaba de él era débil y fluctuante, como una estrella a punto de colapsar. Estaba rodeado por un círculo de guerreros de las facciones de Lira: imponentes Saurianos Draconianos con sus glaives de energía crepitando, silenciosos y amenazantes Grises con armas psiónicas listas, e incluso algunos Insectoides de la guardia de élite, sus múltiples ojos brillando con fría satisfacción.
La cámara se movió, y se vio cómo le colocaban pesados grilletes de un metal oscuro que parecía absorber la luz alrededor de las muñecas y el cuello de Amitiel, claramente diseñados para suprimir la energía Netlin. El Estratega Caído no ofreció resistencia física, pero sus ojos, como quásares moribundos, ardían con una furia helada y una humillación insondable. Luego, fue llevado, casi arrastrado, por un pasillo lleno de escombros, una procesión de la derrota para que todos los presentes en esa nave, y ahora el universo, lo vieran. Era una imagen poderosa: el arquitecto del Orden Absoluto, encadenado y exhibido como un trofeo por aquellos a quienes había despreciado como "inferiores". El vídeo era un claro mensaje: las facciones de Lira habían ganado la guerra espacial, al menos esta crucial batalla.
Drácula observó la escena, sus brazos cruzados, una mueca de escepticismo en sus labios pálidos. "Una obra de teatro," murmuró al mago, que estaba a su lado, su rostro una máscara de tensa concentración. "Demasiado... conveniente. Amitiel no es un ser que se rinda tan fácilmente a estas... alimañas de Lira. ¿Una farsa para engañarnos, para que bajemos nuestras defensas mientras prepara su verdadero golpe?"
Silas el Susurrante, una sombra junto a otra sombra, emitió un siseo psíquico que solo Drácula y Sorcha pudieron sentir plenamente. "La desesperación engendra engaños elaborados, Príncipe. O es una victoria pírrica de Lira, y este Netlin simplemente se reagrupará en las profundidades de Neptuno. Su 'rendición' podría ser una mera retirada estratégica, una humillación calculada para un fin mayor."
Pero entonces, en la grabación, la cámara se acercó al rostro de Amitiel. Sus ojos, aunque llenos de una furia cósmica, encontraron el objetivo del dispositivo de grabación, y fue como si mirara directamente a través del tiempo y el espacio, a los que observaban en Cancún. Su voz, cuando habló, ya no era la del Comandante Supremo proyectando edictos, sino un susurro bajo, resonante, cargado de una oscuridad que era a la vez derrota y una promesa terrible.
"Escuchadme..." comenzó Amitiel, y su voz, aunque debilitada, parecía vibrar en una frecuencia que trascendía el simple sonido. "...hijos de la noche de Terra... y tú, antiguo Príncipe que ahora bebes de la sangre misma del Caos..."
En ese instante, Drácula ahogó un jadeo casi imperceptible. Sintió una conexión, una resonancia helada y poderosa que no había anticipado. La "maldita fuerza" que ahora corría por sus venas, la esencia del ritual de sangre potenciada por la vitae caótica de Sorcha, vibró en respuesta a la oscuridad proyectada por Amitiel. Era como si dos abismos se reconocieran mutuamente. Sorcha, a su lado, también lo sintió, su propia magia de sangre y Caos hormigueando, sus ojos fijos en la pantalla con una nueva y aterradora comprensión. Malakor, aunque aún inestable, emitió un gruñido bajo, su nueva naturaleza vampírica y caótica resonando con la transmisión.
Amitiel continuó en el vídeo, y quizás una sombra de sorpresa o un nuevo cálculo cruzó sus ojos al sentir esa inesperada conexión a través de las vastas distancias: "...El Vacío no puede ser verdaderamente derrotado por estas... criaturas inferiores de Lira que ahora se regodean en su efímera victoria. Solo se transforma. Solo espera, agazapado en las fisuras de su patético orden. Esta... humillación... es solo un interludio en la gran sinfonía de la aniquilación y el renacimiento. El verdadero Orden... el que yo represento, el que el Gran Primigenio anhela... resurgirá de las cenizas de sus pequeñas guerras. La oscuridad primordial... la Verdad del Silencio... siempre encuentra a los suyos..."
La transmisión se cortó, dejando la imagen congelada del rostro derrotado pero desafiante de Amitiel.
El escepticismo de Drácula se hizo añicos, reemplazado por una certeza fría y absoluta. Esa energía... esa resonancia en sus palabras... no es un engaño, pensó, su mente milenaria procesando la experiencia. Es la Oscuridad Primigenia llamando a la Oscuridad. ¡Es real! Ha sido derrotado, sí, humillado por estas facciones de Lira. Pero su esencia... su conexión con el verdadero poder, con el Vacío Ordenado que él y Cthulhu representan... es innegable y aún palpita con una fuerza aterradora.
Se giró hacia Malalor cuyos ojos oscuros reflejaban una conmoción similar. "¿Lo sientes, Mago Rojo?" La voz de Drácula era un gruñido bajo. "La desesperación en su voz... es la desesperación de un dios caído, ciertamente. Pero su poder subyacente, su verdadera naturaleza... resuena con lo que ahora somos, con la fuerza que hemos desatado dentro de nosotros."
Silas el Susurrante asintió lentamente, su forma sombría ondulando. "La derrota es genuina... la conexión también. Amitiel... ha perdido esta batalla contra Lira... pero la guerra por su 'Orden', o la del Primigenio Cthulhu... está muy lejos de haber terminado. Y nos ha... reconocido."
La energía que Amitiel había transmitido, esa cruda desesperación de un ser cósmico derrotado mezclada con su inquebrantable y oscura voluntad, había sido aterradoramente convincente. Había dejado en Drácula, Sorcha y Malakor una sensación de inquietud profunda y la certeza de que, aunque un frente de la guerra parecía haberse calmado, la verdadera naturaleza de sus enemigos – y quizás, de ellos mismos – era mucho más compleja y peligrosa de lo que habían imaginado. La amenaza de Amitiel, aunque ahora encadenado, no había desaparecido; simplemente se había transformado.