La pesadilla había terminado

Base de Cancún, Quintana Roo, México -

En la tensa quietud de la mañana en Cancún, tras la febril actividad de la noche anterior y la partida de la expedición a la Tierra Hueca, Drácula y Silas el Susurrante eran dos sombras vigilantes en el corazón de la base. La mayoría de los magos y científicos de Umbría, así como los brujos mayas que habían permanecido en la superficie, estaban en un estado de agotamiento colectivo, manteniendo a duras penas el "Ancla de Coherencia" y procesando la avalancha de revelaciones. La presión psíquica directa de Cthulhu, aunque todavía una amenaza latente y terrible, parecía haber disminuido ligeramente su enfoque sobre Cancún, como si su vasta y alienígena atención estuviera ahora dividida o parcialmente retraída hacia las profundidades.

Drácula, desde un ventanal blindado que daba al Caribe, observaba el mar. Las olas ya no hervían con la misma furia antinatural de días atrás. Había un cambio sutil en sus ritmos, una disminución de la hostilidad palpable en el aire. "El Durmiente... se agita de forma diferente," murmuró, sus ojos rojos entrecerrados. "Su atención ya no está tan... vorazmente fija en esta costa."

Silas, una figura apenas discernible en el rincón más oscuro de la sala de mando, emitió un susurro que pareció condensarse en el aire. "Algunas de las pequeñas luces... los Lireanos... se han ido. Como arena dispersada por un viento que ya no sopla con tanta fuerza."

Era cierto. Varios de los supervivientes Lireanos, aquellos cuya nave se había estrellado días atrás, habían partido discretamente durante las últimas horas, quizás sintiendo un cambio en las corrientes cósmicas o simplemente siguiendo su propio e inescrutable camino de supervivencia. Solo quedaba un pequeño contingente, liderado por una Lireana de semblante grave y ojos como estrellas lejanas llamada Lyris, a quien Kael'Thara había dejado a cargo de mantener un enlace con la base de Cancún.

Fue Lyris quien se acercó entonces a Drácula y Silas, su movimiento fluido y silencioso, su rostro pálido iluminado por el brillo de los monitores. Llevaba un pequeño dispositivo Lireano en su muñeca que zumbaba suavemente.

"Príncipe Drácula. Mago del Susurro," comenzó Lyris, y el traductor universal de la base convirtió sus tonos armónicos en palabras comprensibles, aunque cargadas de una emoción contenida que era difícil de interpretar. "He recibido... transmisiones. Fragmentadas al principio, luego con una claridad creciente, a través de nuestra red de balizas de emergencia de largo alcance. De nuestras flotas dispersas en el sistema exterior. La información es... casi increíble, y debe ser tratada con la máxima cautela, pero las corroboraciones se multiplican."

Drácula se giró lentamente, su imponente figura desprendiendo un aura de fría anticipación. "¿Y bien, Lireana? ¿Qué nuevas maravillas o terrores nos trae el vacío?"

Lyris respiró hondo, si es que su especie lo hacía de forma convencional. "La guerra contra las fuerzas del Comandante Netlin Amitiel... la que se libraba en los confines de este sistema... ha concluido."

Un silencio denso cayó sobre la sala. Incluso el crepitar habitual de la magia de Silas pareció aquietarse.

"Nuestras flotas combinadas de Lira – Saurianos, Grises, Insectoides – en un último y desesperado asalto coordinado contra la Nave Nodriza Shekinah Caída," continuó Lyris, sus grandes ojos oscuros fijos en Drácula, "lograron infligir un daño... crítico en sus sistemas de propulsión dimensional y en sus matrices de poder principales. Fue una carnicería. Perdimos a la mayoría de nuestras naves restantes. Pero..." Una extraña luz brilló en sus ojos. "Ante la perspectiva de una aniquilación mutua total, o quizás por la intervención de otras entidades cósmicas que aún no comprendemos, o por una fractura interna dentro de sus propias filas... Amitiel, el Estratega Caído, el Heraldo de la Luz Fría... se ha rendido."

Drácula arqueó una ceja, una expresión de absoluto escepticismo mezclada con una intensa curiosidad. "¿Rendido? ¿Amitiel? ¿El ser que exigía nuestra sumisión hace apenas unos días? Eso es... improbable, por decir lo menos."

"Los informes son consistentes," afirmó Lyris. "Sus fuerzas están en desbandada o aceptando los términos de un cese de hostilidades. Pero hay más." Su mirada se volvió hacia el mar. "Y el Primigenio... Cthulhu... la última noticia confirmada por nuestras sondas más profundas y corroborada por una disminución drástica en la presión psíquica global es que, tras la aparente derrota o el cese de la ofensiva de su 'hermano' Amitiel, su manifestación principal ha... retrocedido. Se ha replegado de vuestro Mar Caribe."

"¿Retraído a dónde?" preguntó Silas, su susurro ahora cargado de una tensión palpable.

"Su firma energética masiva," explicó Lyris, consultando su dispositivo, "se ha estabilizado en una ubicación de antigua y terrible resonancia en vuestro planeta... un lugar que vuestras leyendas llaman el Triángulo de las Bermudas. Los indicios de nuestras sondas más audaces sugieren que, por razones que solo podemos especular – quizás el esfuerzo de su despertar inicial, la inesperada y feroz resistencia que encontró en múltiples frentes, o la pérdida de su principal aliado estratégico Netlin – ha caído de nuevo en un sueño profundo. Por ahora," añadió Lyris con una cautela que no podía ocultar un temblor de esperanza, "ya no parece ser una amenaza activa e inmediata para la superficie del planeta."

Drácula y Silas intercambiaron una mirada. La noticia era monumental, casi demasiado buena para ser verdad. Cthulhu dormido. Amitiel rendido. ¿Era una trampa? ¿Una elaborada farsa cósmica?

"Esta información es vital," dijo Lyris con urgencia, interrumpiendo sus pensamientos. "Mi líder, Kael'Thara, y vuestros propios comandantes que descendieron a la Tierra Hueca – Merlín, Quetzal, la joven maga Aria – deben saberlo de inmediato. Si Cthulhu duerme y Amitiel ya no es el adversario inmediato en el espacio, la naturaleza de su misión en las profundidades, los peligros que enfrentan allí, y las estrategias que deben seguir... todo ha cambiado drásticamente. ¡Deben ser informados!"

El Príncipe de la Noche y el Mago de las Sombras se quedaron en silencio, procesando la magnitud de las noticias. El tablero de juego cósmico acababa de ser volcado de una manera que nadie podría haber previsto. La pregunta ahora era: ¿cómo transmitirían esta información increíble y potencialmente salvadora a aquellos que luchaban en un infierno subterráneo, completamente aislados del mundo de la superficie? Y, más importante aún, ¿podían realmente confiar en que la pesadilla había terminado, o era esto simplemente la calma antes de una tormenta aún más terrible?

Base de Cancún, Quintana Roo, México - Martes, 27 de mayo de 2025, 11:57 AM EST

En la tensa quietud de la mañana en Cancún, tras la febril actividad de la noche anterior y la partida de la expedición a la Tierra Hueca, Drácula y Silas el Susurrante eran dos sombras vigilantes en el corazón de la base. La mayoría de los magos y científicos de Umbría, así como los brujos mayas que habían permanecido en la superficie, estaban en un estado de agotamiento colectivo, manteniendo a duras penas el "Ancla de Coherencia" y procesando la avalancha de revelaciones. La presión psíquica directa de Cthulhu, aunque todavía una amenaza latente y terrible, parecía haber disminuido ligeramente su enfoque sobre Cancún, como si su vasta y alienígena atención estuviera ahora dividida o parcialmente retraída hacia las profundidades.

Drácula, desde un ventanal blindado que daba al Caribe, observaba el mar. Las olas ya no hervían con la misma furia antinatural de días atrás. Había un cambio sutil en sus ritmos, una disminución de la hostilidad palpable en el aire. "El Durmiente... se agita de forma diferente," murmuró, sus ojos rojos entrecerrados. "Su atención ya no está tan... vorazmente fija en esta costa."

Silas, una figura apenas discernible en el rincón más oscuro de la sala de mando, emitió un susurro que pareció condensarse en el aire. "Algunas de las pequeñas luces... los Lireanos... se han ido. Como arena dispersada por un viento que ya no sopla con tanta fuerza."

Era cierto. Varios de los supervivientes Lireanos, aquellos cuya nave se había estrellado días atrás, habían partido discretamente durante las últimas horas, quizás sintiendo un cambio en las corrientes cósmicas o simplemente siguiendo su propio e inescrutable camino de supervivencia. Solo quedaba un pequeño contingente, liderado por una Lireana de semblante grave y ojos como estrellas lejanas llamada Lyris, a quien Kael'Thara había dejado a cargo de mantener un enlace con la base de Cancún.

Fue Lyris quien se acercó entonces a Drácula y Silas, su movimiento fluido y silencioso, su rostro pálido iluminado por el brillo de los monitores. Llevaba un pequeño dispositivo Lireano en su muñeca que zumbaba suavemente.

"Príncipe Drácula. Mago del Susurro," comenzó Lyris, y el traductor universal de la base convirtió sus tonos armónicos en palabras comprensibles, aunque cargadas de una emoción contenida que era difícil de interpretar. "He recibido... transmisiones. Fragmentadas al principio, luego con una claridad creciente, a través de nuestra red de balizas de emergencia de largo alcance. De nuestras flotas dispersas en el sistema exterior. La información es... casi increíble, y debe ser tratada con la máxima cautela, pero las corroboraciones se multiplican."

Drácula se giró lentamente, su imponente figura desprendiendo un aura de fría anticipación. "¿Y bien, Lireana? ¿Qué nuevas maravillas o terrores nos trae el vacío?"

Lyris respiró hondo, si es que su especie lo hacía de forma convencional. "La guerra contra las fuerzas del Comandante Netlin Amitiel... la que se libraba en los confines de este sistema... ha concluido."

Un silencio denso cayó sobre la sala. Incluso el crepitar habitual de la magia de Silas pareció aquietarse.

"Nuestras flotas combinadas de Lira – Saurianos, Grises, Insectoides – en un último y desesperado asalto coordinado contra la Nave Nodriza Shekinah Caída," continuó Lyris, sus grandes ojos oscuros fijos en Drácula, "lograron infligir un daño... crítico en sus sistemas de propulsión dimensional y en sus matrices de poder principales. Fue una carnicería. Perdimos a la mayoría de nuestras naves restantes. Pero..." Una extraña luz brilló en sus ojos. "Ante la perspectiva de una aniquilación mutua total, o quizás por la intervención de otras entidades cósmicas que aún no comprendemos, o por una fractura interna dentro de sus propias filas... Amitiel, el Estratega Caído, el Heraldo de la Luz Fría... se ha rendido."

Drácula arqueó una ceja, una expresión de absoluto escepticismo mezclada con una intensa curiosidad. "¿Rendido? ¿Amitiel? ¿El ser que exigía nuestra sumisión hace apenas unos días? Eso es... improbable, por decir lo menos."

"Los informes son consistentes," afirmó Lyris. "Sus fuerzas están en desbandada o aceptando los términos de un cese de hostilidades. Pero hay más." Su mirada se volvió hacia el mar. "Y el Primigenio... Cthulhu... la última noticia confirmada por nuestras sondas más profundas y corroborada por una disminución drástica en la presión psíquica global es que, tras la aparente derrota o el cese de la ofensiva de su 'hermano' Amitiel, su manifestación principal ha... retrocedido. Se ha replegado de vuestro Mar Caribe."

"¿Retraído a dónde?" preguntó Silas, su susurro ahora cargado de una tensión palpable.

"Su firma energética masiva," explicó Lyris, consultando su dispositivo, "se ha estabilizado en una ubicación de antigua y terrible resonancia en vuestro planeta... un lugar que vuestras leyendas llaman el Triángulo de las Bermudas. Los indicios de nuestras sondas más audaces sugieren que, por razones que solo podemos especular – quizás el esfuerzo de su despertar inicial, la inesperada y feroz resistencia que encontró en múltiples frentes, o la pérdida de su principal aliado estratégico Netlin – ha caído de nuevo en un sueño profundo. Por ahora," añadió Lyris con una cautela que no podía ocultar un temblor de esperanza, "ya no parece ser una amenaza activa e inmediata para la superficie del planeta."

Drácula y Silas intercambiaron una mirada. La noticia era monumental, casi demasiado buena para ser verdad. Cthulhu dormido. Amitiel rendido. ¿Era una trampa? ¿Una elaborada farsa cósmica?

"Esta información es vital," dijo Lyris con urgencia, interrumpiendo sus pensamientos. "Mi líder, Kael'Thara, y vuestros propios comandantes que descendieron a la Tierra Hueca – Merlín, Quetzal, la joven maga Aria – deben saberlo de inmediato. Si Cthulhu duerme y Amitiel ya no es el adversario inmediato en el espacio, la naturaleza de su misión en las profundidades, los peligros que enfrentan allí, y las estrategias que deben seguir... todo ha cambiado drásticamente. ¡Deben ser informados!"

El Príncipe de la Noche y el Mago de las Sombras se quedaron en silencio, procesando la magnitud de las noticias. El tablero de juego cósmico acababa de ser volcado de una manera que nadie podría haber previsto. La pregunta ahora era: ¿cómo transmitirían esta información increíble y potencialmente salvadora a aquellos que luchaban en un infierno subterráneo, completamente aislados del mundo de la superficie? Y, más importante aún, ¿podían realmente confiar en que la pesadilla había terminado, o era esto simplemente la calma antes de una tormenta aún más terrible?