Me interpuse entre Lucien y el peligroso ataque de Jaxon y extendí mis manos.
—¡Detente!
Una brillante luz plateada salió disparada de mis dedos y derribó a Jaxon hacia atrás. Golpeó un árbol y por una fracción de segundo, sus ojos rojos volvieron a la normalidad.
—¿Qué fue eso? —susurró Kael y miró mis manos como si fueran serpientes.
Miré mis manos. Estaban brillando con tenues marcas plateadas—marcas que parecían pequeñas lunas.
—Está sucediendo —dijo Lucien, agarrando mi muñeca para estudiar las marcas—. El poder del Verdadero Alfa está despertando en ti.
Jaxon luchaba contra cualquier fuerza oscura que se había apoderado de él mientras intentaba levantarse. Un corte en su frente goteaba sangre.
—Máta... me... —logró decir entre dientes apretados—. Antes... de que... lastime... a alguien...
—No —dije con firmeza—. Nadie morirá hoy.