Los viajes espacio-temporales no eran de ningún agrado. William se sintió horrible nada más regresar al universo de Attack on titan. El sistema era muy conveniente, pero todavía tenía sus defectos.
Cuando William centró su mirada, podía ver que se encontraba en la misma cabaña de madera donde vivía con su familia y desde donde se había marchado. En ese momento y sin previo aviso, una tacleada desde el lado consiguió tumbarlo. La fuerza detrás de esa tacleada no era normal.
"¡Hermano mayor! ¡Que alegría que hayas vuelto!" dijo Mikasa desde su regazo, con un rostro desbordante de alegría. "¡Te fuiste por demasiado tiempo!"
Fueron casi dos semanas, y la mayoría del tiempo solamente la pasó entrenando. Por supuesto, para un niño, dos semanas todavía se sentía como un largo periodo de tiempo.
"¿Extrañaste a tu hermano mayor? Jeje~ ya volví." dijo William mientras acariciaba la cabeza de Mikasa con dulzura.
Luego también recibió una cálida bienvenida de sus padres, Elias y Reika. William dijo que estaba sano y salvo para tranquilizar a su madre, mientras que al mirar a su padre solamente sonrió y le dijo que se había vuelto mucho más fuerte.
Con el reiatsu de un capitán, la regeneración y defensa de un Arrancar así como el Shunpo entrenado por la diosa del destello en persona, William era invencible en el universo de Attack on titan.
Annie simplemente le dio una bienvenida simple, aunque ya no podía notar la frialdad antinatural en su tono o en sus gestos. Podía percibir que ya se iba adaptando y Annie ya no sentía más aquel entorno como el entorno del enemigo.
Como había sido un tiempo, William pasó el día con su familia. Annie fue arrastrada por Mikasa ya que aunque no era de la familia, era su buena amiga.
Fueron al pueblo a dar un paseo, tomaron un almuerzo sobre una manta extendida en el césped mientras la sombra de un árbol los cubría, disfrutaron con algunos juegos que William había recreado de la edad moderna...
Ese día sirvió para sanar su corazón y su alma.
No era un saco de boxeo.
No lucharía una batalla con su vida en juego.
No sentía el pavor de que seres ultra poderosos pudieran aparecer de la nada a través de una Garganta.
No había genios aterradores tras bambalinas urgiendo sus planes por cientos de años.
Solo había titanes.
Existían imperios humanos.
Usaban armas similares a la segunda guerra mundial.
En resumen, no había nada de lo que preocuparse en este mundo. Eso era una alegría porque tenía aquí a su familia y no quería que les pasara nada malo.
Al día siguiente, Pixis vino a visitarle. Seguramente Levi había reportado que William había regresado y eso causó que apareciera.
"¿Me acompañas a por un trago?" insinuó Pixis con una brillante sonrisa.
¿Cómo no iba a estar contento?
Siempre morían sus soldados frente a los titanes de fuera de los muros. Nada más nacer, era una pérdida para los humanos. Los titanes eran criaturas que arrebataban todo del humano.
¡Pero esta vez vencieron y retomaron el distrito de Shiganshina!
Pixis sentía que aquella victoria era el comienzo de la remontada de la humanidad. La última vez, Pixis estuvo ocupado al igual que William porque tuvieron trabajos que realizar después de retomar el distrito de Shiganshina, pero justo después desapareció. Es por eso que ahora quería celebrar la victoria contra los titanes con William.
"¿No tengo que cuidar de esta mocosa?" dijo William señalando a Annie.
Annie le dio un punterazo con su pie en la espinilla por el apodo con el que se refirió a ella. Sabía que mientras no se transformase, William no le haría nada malo, y por eso no se preocupó por darle un golpe. Pero contrario a las expectativas, fue ella quien se agachó por el dolor de su dedo gordo del pie.
William sintió un poco de lastima por ella, así que usó Kaido por unos instantes para aliviar su dolor.
"Dime jovencita, ¿Te vas a transformar en titán?" preguntó Pixis directamente.
"Mientras nadie me ataque no lo haré." respondió Annie.
"¡Listo!" dijo Pixis con una sonrisa. "¡Celebraremos la victoria en contra de los titanes y la recaptura del distrito de Shiganshina!"
Pixis era como era. Ya había determinado hace tiempo que la probabilidad de que Annie se transformase era mínima, por lo que en verdad ni siquiera hubiera necesitado dirigir su pregunta hacia ella. Esa pregunta estaba destinada a cortar la ruta de escape de William.
Pixis rodeó con su brazo el cuello de William y lo arrastró alegremente. William solo pudo dejarse llevar, aunque en verdad quería ir a un bar y disfrutar bebiendo.
"¡Espera hermano mayor!" dijo Mikasa mientras tiraba de su camisa. "No vayas, quiero entrenar contigo. Hace mucho que no entrenas conmigo."
William no podía decirle que no a su hermana pequeña.
Pero entonces Pixis se acercó a la pequeña y cuchicheó algo que solo Mikasa podía escuchar. Pixis levantó el pulgar mientras terminaba con un "Así es".
"Hermano mayor, que te vaya bien~ ¡Disfruta mucho!" respondió Mikasa con una sonrisa encantada en su mirada.
Solamente William quedó consternado mientras miraba al anciano Pixis sonreírle, viendo lo fácil que había hecho cambiar de parecer a su hermana pequeña. Además, Mikasa parecía incluso más contenta que habitualmente.
Aterrador.
Pixis tenía algunas cualidades verdaderamente aterradoras.
Ahora pudo llegar a ver una breve fracción de su poder como comandante del ejército de la humanidad. Era alguien capaz de controlar cualquier situación para volverla a su favor.
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En el universo de Bleach, tienda de Urahara, un día después de que William regresara.
Kisuke había traído a Ichigo, a quien le tenía puesto el ojo desde el incidente del Menos Grande, para entrenarlo. Aunque esta vez no perdió sus poderes como shinigami como en la historia original, para entrenarlo desde el comienzo debía descartar esos poderes prestados y comenzar desde los cimientos.
Pero mientras le daba pautas a Ichigo para deshacerse de ese poder prestado y que Rukia pudiera recuperarlos, una integrante de la tienda le tenía más preocupado.
Cuando Kisuke se movió con shunpo hasta el tejado de su tienda, encontró a Yoruichi en forma de gato negro mientras miraba distraídamente al cielo. Más específicamente estaba perdida con la luna llena.
Le dolía ver a su compañera tan devastada. Aun así, Kisuke no era el tipo de persona que sabía consolar a los demás, y mucho menos tenía esa clase de experiencia en el amor. Kisuke siempre había sido un investigador, y nunca había encontrado lo que se conocía coloquialmente como amor.
"Sabes que ese chico no es fácil de matar y además es muy astuto. Estará bien donde quiera que haya ido. Seguro que volverá, solo dale tiempo." dijo Kisuke.
"No estoy pensando en William." respondió Yoruichi.
"¿Entonces que hace un gato gordo admirando perdidamente la luz de la luna?" preguntó Kisuke.
"...no estoy gorda." respondió Yoruichi con líneas oscuras por todo su rostro.
"¿Ara? ¿Es eso así? Discúlpame." dijo Kisuke cubriéndose el rostro con su abanico." Como estás perdiendo el tiempo de esta manera durante casi cien años me dio la impresión de que habías engordado. ¿Tal vez William se quedaría la próxima vez si viera que tu cuerpo se hizo más delgado y tonificado?"
Yoruichi se levantó y comenzó a alejarse del molesto Kisuke.
"Por cierto, Rukia e Ichigo están en el subterráneo, salúdalos y guíalos un poquito cuando bajes a entrenar. Solo son novatos, cuento contigo." añadió Kisuke con una sonrisa tras el abanico.
"¡Cállate! ¡Eres molesto!" replicó Yoruichi.
"¿Entonces no vas al subterráneo?" preguntó Kisuke.
"..."
"¿Ves? Así que admites que estás gor-" dijo Kisuke, pero terminó siendo interrumpido.
Kisuke fue golpeado en la cara por una pata de gato y fue mandado a volar. Entre bolsas de basura perfectamente cerradas, Kisuke se colocó bien el sombrero que cayó sobre su rostro con la marca de una huella de gato y sonrió.
Tal vez no sabía como consolar a Yoruichi que sufría por amor, pero Kisuke sabía cómo enfadar a Yoruichi.
Verla enfadada mientras se centraba en algo era mejor que verla melancólica observando la luna y lamentándose. Kisuke no podía hacer mucho más por ella, eso era algo que debía superar Yoruichi sola, él solo la puso en marcha.
"Tú puedes Yoruichi, no te rindas en ser feliz." dijo Kisuke.
Dentro del subterráneo, debajo de la tienda de Urahara, apareció Yoruichi con su camisa naranja sin mangas y mayas negras apretadas. Al mirar su cuerpo, murmuró que no estaba gorda, pero había un atisbo de duda en su voz.
Allí abajo podía ver a Ichigo y Rukia. Ichigo parecía estar meditando para despojarse del poder prestado, mientras tanto Rukia simplemente seguía unos ejercicios raros dictados por Kisuke para recuperar sus poderes de shinigami.
Al ver a Rukia, Yoruichi se molestó porque la cintura de Rukia era más delgada que la suya.
"¿Realmente he engordado?" pensó Yoruichi, muy preocupada.
Maldiciendo a Kisuke, lo primero que hizo fue entrenamiento físico y de movilidad. El mismo entrenamiento que William, con el sello y todo, pero Yoruichi se colocó dos sellos. Comenzó a realizar shunpo tras shunpo con rabia y dedicación. Se decidió a recuperar su antiguo físico a toda costa.
Rukia ni siquiera se atrevió a acercarse para entablar una conversación. Podía sentir el fuego ardiendo en Yoruichi y por eso decidió permanecer alejada.
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En el universo de Bleach, Sociedad de almas, el mismo día que William regresó.
Byakuya recibió tratamiento de emergencia por sus brazos lesionados nada más llegar. Después tuvo que ir a la cuarta división por su propio pie, y al llegar, Retsu Unohana fue quien lo trató.
"Son heridas certeras y limpias, con el claro objetivo de incapacitar al oponente. ¿Quién podría haberle hecho esto, capitán Kuchiki?" dijo Retsu con su amable rostro y su coleta trenzada que se deslizaba por el frente de su pecho, un peinado verdaderamente inusual.
"Un extraño joven del mundo humano llamado William." explicó Byakuya, aunque no muy contento porque había perdido ese combate.
"Ya terminé de tratarlo, pero procure no esforzarse mucho por un par de días, capitán Kuchiki." terminó por decir Retsu luego de finalizar con el tratamiento de Kaido.
Byakuya asintió y dio las gracias antes de salir de la cuarta división para dirigirse al cuartel de la primera división.
Como capitán de la sexta división y jefe de una de las grandes casas nobles de la Sociedad de almas, era ampliamente reconocido en todas partes. Ningún shinigami por debajo del nivel de teniente se atrevería a detenerlo, y los tenientes solamente lo guiarían hacia su capitán si él se lo pedía.
De esta forma, Byakuya llegó al salón donde se encontraba el capitán comandante Shigekuni Yamamoto Genryūsai. Aquel con los títulos de 'el shinigami más fuerte de la Sociedad de almas' y el portador de 'la zanpakuto de fuego más poderosa que jamás haya existido'.
"Capitán de la sexta división, Byakuya Kuchiki." dijo Yamamoto. "¿Qué te tiene tan preocupado para venir a verme tan repentinamente?"
Byakuya no se guardó nada de lo que le había ocurrido durante su misión en el mundo humano. Explicó como ese extraño joven lo había derrotado, pero sin dar excusas sobre su derrota ya que lo atribuyó simplemente a su falta de fuerza y discernimiento de las tácticas enemigas.
Como capitán, se reportó al capitán comandante, pero al terminar preguntó sobre el caso de Rukia. Aunque le habían dado órdenes, después de escuchar a William sintió que había algo que no cuadraba en todo ello.
"Mmm... Aunque tu juicio suena correcto teniendo en cuenta las leyes que el criminal ha quebrantado, esta orden ha sido emitida directamente desde la central 46." explicó Yamamoto.
Ahora Byakuya entendió que estaba ocurriendo algo más allá de lo que él podía ver o abarcar. Incluso si lo discutiese con Yamamoto no podría cambiar el resultado de esa orden emitida por la central 46.
La promesa que hizo frente a la tumba de sus padres fue que no volvería a quebrantar una regla, mientras que la promesa que hizo con Hisana fue buscar y traer a la familia a su hermana abandonada en los suburbios cuando era un bebé.
Claramente, Hisana quería proteger a su hermana que una vez dejó abandonada en busca de su propia supervivencia, quería ser perdonada por su hermana, pero antes de encontrarla, Hisana falleció.
Las dos promesas entraron en conflicto con este caso.
"Con todo respeto capitán comandante Yamamoto, no puedo continuar ejerciendo una orden como esa." dijo Byakuya mientras se quitaba el haori con el número de su división en su espalda y lo doblaba en sus manos para después colocarlo en el suelo. "Me disculpo, pero he de renunciar a mi posición como capitán de la sexta división."
Si las miradas pudieran matar, Byakuya había muerto cuando renunció a su posición. Por supuesto, Byakuya no rompió ninguna regla, y ya que no era capaz de cumplir la orden abandonó voluntariamente su posición.
"¿Por qué?" preguntó Yamamoto "Un capitán sensato y recto como tú no debería simplemente renunciar a su puesto. ¿Qué es lo que ha cambiado en tu forma de ver el mundo durante esta misión? ¡Todo por lo que luchamos es por la estabilidad de los mundos! ¡Ese siempre ha sido nuestro propósito!"
Cuando escuchó la pregunta, Byakuya recordó el rostro de su amada. Las últimas palabras del extraño joven le habían influido más de lo que le gustaría admitir.
"Me disculpo, pero son asuntos familiares. Si necesita mi fuerza para cualquier otra cosa puede contar conmigo, siempre que pueda brindaré apoyo al Gotei 13, pero ya no soy apto para el puesto de capitán."
Tras aquellas palabras. Byakuya abandonó el lugar, dejando atrás el haori que era el símbolo inconfundible de un capitán.
Yamamoto estaba cabreado, pero no con Byakuya sino con la central 46 por emitir una orden tan excesiva para unos delitos tan pequeños. Habían perdido uno de los trece pilares que sostenían la Sociedad de almas por esa absurda orden.
Decidió que trataría de rebatir la orden de ejecución de Rukia Kuchiki con la Central 46, para ver si podría conservar a Byakuya como uno de los capitanes.