(19) El primer amor

William decidió por seguridad no preguntar lo que ponía en aquella nota de Kisuke hacia Yoruichi. Quiere vivir una vida largar, no suicidarse como un tonto.

Decidió acercarse a saludar a Rukia e Ichigo que se habían dado cuenta de él.

"Veo que ya recuperaste tus poderes de shinigami y tú despertaste los tuyos." dijo William mientras veía a ambos con sus trajes negros de shinigami.

"Exacto." respondió Rukia mientras tocaba nuevamente su zanpakuto en su cintura. "Te agradezco mucho lo que hiciste la última vez."

William podía ver el carácter noble de Rukia que había aprendido de la familia Kuchiki, más específicamente al ver a Byakuya.

"Hmph" resopló Ichigo molesto. "Solo ganó porque es un viejo monstruo con aspecto de niño. Si yo tuviera cientos de años también sería igual."

"¡Oye Ichigo!" gritó Rukia sermoneándole. "Si todo fuera tan fácil solo por la edad entonces no habría que entrenar ni ir a la academia para ser poder ser un shinigami. No es tan fácil y hay una gran cantidad de almas que no pueden ni alcanzar a ser shinigamis."

"Ya entiendo ya entiendo, lo siento." respondió Ichigo arrepentido por sus palabras pero aún manteniendo su ceño fruncido.

William no podía enfadarse después de ver esa pequeña escena entre Rukia e Ichigo. Realmente eran la combinación perfecta, tenían un encanto que atraía a verlos. El chico malo pero de corazón noble y la dama seria pero trágica.

Ahora que Ichigo había despertado los poderes de un shinigami, William imaginó que Yhwach era el que estaba haciéndose pasar por Zangetsu. Podría ser peligroso estar en su mira porque era probable que Yhwach no vio un futuro donde William apareciese, pero no pasaba nada porque en este momento de la historia Yhwach no podía actuar.

Yhwach fue una parte más que impulsó a William para ser más fuerte ya que no quería dejar su vida en las manos de otros.

"Bueno, yo voy a entrenar por allí. No os molesto más." dijo William mientras se despedía con la mano.

Tenía que ver si Sonido, una habilidad de arrancar, se podía utilizar al mismo tiempo que shunpo. No estaba seguro de si ocurriría igual a 1 + 1 = 2 pero valía la pena intentarlo. Sonido podría camuflarse con el shunpo y nadie podría notar la diferencia, de esta forma no solo podría ser algo más veloz sino que además no tendría que explicarse por usar habilidades de hollows.

Como siempre, comenzó con movimientos de corta distancia. Necesitaba controlar completamente ambas técnicas de movimiento rápido, pero fue muy complicado. 

La velocidad era una locura, al punto que durante el movimiento ni siquiera podía percibir lo que había a su alrededor. Se sintió como si estuviera utilizando una tele transportación.

Eso era algo bueno y malo al mismo tiempo.

La velocidad aumentó exponencialmente, pero eso conllevó a que no tuviera control durante el proceso. Para ponerlo de forma simple, William podría mirar a la distancia y decidir moverse hasta allá con la combinación de técnicas, pero si por ejemplo alguien extendía una espada en medio de su camino no podría verla ni reaccionar a ella. Si fuera algo que pudiera atravesar sus defensas... moriría instantáneamente.

Por supuesto, William se alegró de haber sido capaz de fusionar el shunpo y el sonido. Ahora William estaba seguro de haber alcanzado o incluso superado la velocidad de Yoruichi usando Shunko. Solo faltaba acostumbrarse a la velocidad y mejorar su percepción de la velocidad, pero todo ello se haría con entrenamiento constante.

No era como si esa técnica combinada pudiera usarse durante un combate ya que sería demasiado peligroso, pero una vez la dominase... al menos sabría que no existirían muchos capaces de seguirle la velocidad en la batalla.

Después de ir probando para habituarse a los rápidos movimientos, el sudor caía por su rostro. La velocidad tan desmesurada creaba tensión sobre su cuerpo luego de unos usos, encontrando las diferencias entre shunpo y sonido.

Shunpo es técnica y precisión mientras que sonido era brutal y violento. Al combinar las dos técnicas la carga sobre el usuario sobrepasaba cualquier carga que ambas técnicas pudieran ejercer por separado.

"¿Llevas rato mirándome, o acabas de llegar?" preguntó William fijándose en Yoruichi que ahora estaba más calmada.

"Desde hace un rato." respondió Yoruichi, recargada con aire casual contra una roca, sonaba tranquila, tal vez demasiado. "Has mejorado mucho."

Yoruichi se comportaba de forma extraña, William no podía saber exactamente que era pero sentía que no era la misma maestra que le entrenó al extremo en shunpo.

Había algo raro, no en su postura o tono... pero tal vez era su mirada.

"¿Pasa algo?" preguntó William, secándose el sudor mientras se acercó a ella.

"No. Si. Bah..." bufó y pateó suavemente una piedra "Mira, no soy buena para esto. Nunca lo he hecho. Normalmente me rio y me burlo de otros y listo, fin del problema."

William alzó una ceja.

No sabía de lo que estaba hablando.

"¿Me quieres gastar una broma o algo?" preguntó William al no seguir el hilo de la conversación.

"¡No seas idiota!" gritó Yoruichi mientras le lanzaba una mirada rápida, como si hubiera perdido el control por un instante. "No sé porqué... pero desde que llegué a entrenarte me haces pensar cosas raras."

William parpadeó, confundido.

"y no me mires así," continuó Yoruichi, cruzándose de brazos, incómoda. "No estoy enferma ni nada. Es... molesto. Me desconciertas y preocupas al mismo tiempo. Me haces actuar como una novata."

El silencio entre ambos se volvió extraño. William tragó saliva, no estaba seguro de lo que Yoruichi insinuaba, pero su mente divagó por sus fantasías, todavía sin creérselo.

"¿Estás bien?" preguntó William, no con burla, sino con sincera preocupación.

Yoruichi bufó, frustrada "¡No! O sí. ¡Bah, no lo sé! Mira, esto es lo que hay, no me interesa jugar con nadie ni tengo tiempo para tonterías de corazones y flores. Pero tú... tú me gustas."

William abrió los ojos como platos, sorprendido y sin ser capaz de creer lo que escuchaba.

Por unos instantes creyó que esto era una broma, pero vio la mirada de Yoruichi que expresaba más de lo que nunca había visto en alguien. Había tantas emociones cargadas en una simple mirada que William no se atrevió a preguntar si era una broma.

"¿Te gusto?" fue lo que William pudo preguntar, totalmente nervioso.

"No me hagas repetirlo, ¿vale?" añadió Yoruichi, desviando la mirada. "Ya lo dije y ya lo sabes. Quiero tu respuesta..." dijo en un murmullo apenas audible.

La alegría brotó. William estaba encantado de escuchar esas palabras.

"¿No sabes ya mi respuesta?" respondió William, sin poder contener su alegría. "Tú también me gustas."

Ambos supieron que a partir de ese momento, estaban en una relación. Yoruichi no fue capaz de aguantar más la vergüenza y la alegría a partes iguales por lo que se transformó en gato y huyó como alma que lleva el diablo.

William solo se rascó la mejilla sonrojada por la vergüenza mientras sonreía tontamente. Había abandonado su soltería que acumulaba desde su primera vida, pero todavía no se sentía real del todo.

"¿Yoruichi tímida? Esa faceta no la conocía." murmuró William feliz.

Ni al reencarnar y obtener un sistema había sido tan feliz. Esas cosas no podían compararse con tener una relación con la que para él es la mejor personaje femenina de todo Bleach.

Tenía la energía rebosante y decidió entrenar todavía más duro para ser más fuerte. Decidió que restauraría el honor de Yoruichi en su clan y limpiaría todos sus pecados en la Sociedad de almas, pero para ello debía hacerse más fuerte.

¿Querría Yoruichi volver a la sociedad de almas y restaurar su posición como la princesa del clan Shihoin? ¿O recuperar su posición en el Gotei 13?

A William no le importaba, él limpiaría sus pecados y daría a Yoruichi la opción para decidir su futuro.

Por supuesto, William la apoyaría en lo que decidiese.

William sabía que no tendría que preocuparse por esos estirados de la central 46 ya que probablemente ya estaban todos muertos a manos de Aizen. Mientras se destapase la verdad, la máxima autoridad de la Sociedad de almas, dejando de lado a la división zero, recaería directamente sobre el capitán comandante Yamamoto.

No quería enfrentarse al Gotei 13 porque el poder completo de todos los shinigamis no era algo que pudiera afrontar. Ni siquiera Aizen o Yhwach fueron solos a causar problemas al Gotei 13. Aunque ahora mismo, sus pensamientos cambiaron ligeramente.

"Me volveré el ser más fuerte de todo Bleach, alcanzaré el punto en el que nadie podrá molestarme a mi ni a mis seres queridos." dijo William con una convicción inquebrantable.

Mientras tanto, Yoruichi consiguió salir del subterráneo y se escondió debajo de las sábanas. Parecía ser que la verguenza pudo con ella y no podía arreglar sus emociones. Al ver eso, Kisuke sonrió.

Podía ver el futón temblando por una pequeña presencia que se escondía debajo.

"Yoruichi, ¿Te gustaría el video de tu confesión de amor o prefieres un álbum de fotos?" preguntó Kisuke. "Aunque como tengo ambos puedo dártelos como regalo especial por conseguir una pareja."

"¿¡QUÉ!?" soltó la voz de gato de Yoruichi, justo antes de convertirse nuevamente en una persona humana y mirarle desde la apertura de la sábana. El bulto de la colcha fue mayor, pero Yoruichi todavía tenía muchísima vergüenza como para salir.

Kisuke encendió una televisión que trajo específicamente a la habitación y la encendió. Allí se podía ver desde diferentes ángulos el momento que Yoruichi y William vivieron en el subterráneo. Como dueño de la tienda y el subterráneo, tenía cámaras de vigilancia esparcidas por todo el lugar, después de todo esa era su base en el mundo humano.

"Las mejores fotos todavía están imprimiéndose." explicó Kisuke con una completa alegría por Yoruichi.

A Yourichi se le erizó el lomo y soltó un "Hssss" como si fuera un gato mientras sus ojos dorados brillaban entrecerrados. 

No pudo controlar su personalidad, intercalando gestos y sonidos bestiales debido a sus cien años que pasó como gato.

Kisuke hizo todo eso para que Yoruichi no recordase la nota y viniera a matarlo. Al menos un cincuenta por ciento de su motivación para hacer todo eso se debía a su propia supervivencia, un cuarenta por ciento porque estaba feliz por Yoruichi y el diez por ciento restante porque era divertido.

Con un poco de malicia, acercó la televisión y la puso frente al futón donde Yoruichi se escondía bajo la sábana. Allí no solo podía ver bien su momento más vergonzoso sino que además era capaz de escucharlo claramente.