Capítulo 19: El Latido de la Reliquia

El cielo estaba despejado, pero el viento era tenso.

Jin Muheon caminaba detrás de su padre, ambos en silencio, cruzando un bosque que solo los miembros del linaje podían pisar. No había formación protectora. No había guías.

Solo una dirección: hacia la frontera del Alma Silvestre.

Allí vivían las bestias que no solo cultivaban…

sino que resonaban con los núcleos humanos.

—¿Sabes por qué estamos aquí? —preguntó su padre sin girarse.

—Para obtener una reliquia —respondió Jin.

—No.

Estamos aquí para que una reliquia decida si eres digno de ella.

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En este mundo, las Reliquias Vivas no eran armas ni accesorios cualquiera.

Eran fragmentos de energía densa nacidos de criaturas antiguas, cuya muerte dejaba tras de sí un núcleo especial que podía fusionarse con el alma y modificar el cuerpo, la percepción y la propia relación con el cultivo.

La mayoría de los clanes esperaban hasta la adultez de un cultivador para intentar esta unión.

Pero Jin… ya no era un niño ordinario.

Y su clase… requería algo único.

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Después de horas de búsqueda, llegaron a una grieta entre montañas.

El aire olía a metal, tierra, y algo más…

energía sólida.

La bestia los esperaba.

Era una criatura baja, con cuerpo de felino y escamas plateadas.

Sus ojos tenían círculos concéntricos de luz.

Bestia espiritual de tipo sensorial: Miralak.

Su habilidad: alterar el espacio a su alrededor y detectar intenciones ocultas.

—Te vio —dijo su padre—. Ahora todo depende de ti.

Jin no atacó. Se quedó quieto.

Activó sus lentes internos. Observó la forma en que el espacio vibraba.

Midió la frecuencia. Analizó la rotación de sus pasos.

Luego, dio el primer movimiento.

No con su daga.

Con una formación de presión angular construida en segundos con piedras locales.

El espacio se comprimió.

La bestia gruñó. Retrocedió. Se lanzó sobre él.

Jin activó su red de aceleración y desvió su salto con una trampa elástica.

Una. Dos. Tres veces.

No estaba luchando.

Estaba calculando.

Hasta que, en el último cruce, la bestia se detuvo.

Y bajó la cabeza.

Una luz brotó de su pecho…

y quedó flotando frente a Jin.

Era una esfera fragmentada, cristalina, girando sobre sí misma.

> [¡RELIQUIA IDENTIFICADA!]

Nombre: Núcleo de Miralak

Tipo: Sensitivo-Espacial

Compatibilidad: 94.7%

Efecto: Aumenta la precisión de percepción dimensional, reestructura el campo de análisis, permite acceso a manipulación de entornos semiestáticos (nivel bajo).

Condición: Unión directa con el alma — Dolor severo.

Jin miró a su padre. No hubo palabras.

Se sentó. Apretó los dientes.

Y aceptó.

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El dolor fue insoportable.

Era como si cada partícula de su núcleo espiritual fuera reescrita.

Sus sentidos se expandieron, su mente vibró en capas.

Los sonidos se mezclaban con patrones.

La vista… se volvió forma. Movimiento. Intención.

Su cuerpo colapsó dos veces. Pero no se detuvo.

Cuando terminó, su piel sangraba desde los poros.

Y sus ojos…

ahora tenían una línea curva girando lentamente en la pupila.

Un eco del Miralak.

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Su padre se acercó, lo ayudó a levantarse.

Por primera vez, sonrió.

—Ahora sí, Jin.

Ahora eres un cultivador con un nombre propio.

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De regreso al clan, Jin pasó tres días en reposo.

Pero su mente ya trabajaba.

La reliquia había abierto un nuevo campo de creación.

Ahora podía ver los nodos de energía ambiental en tiempo real.

Podía manipular estructuras pequeñas del terreno con intención pura.

No solo diseñaría herramientas.

Ahora, moldearía escenarios.

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Y cuando se paró frente al portal de retorno al Monte Yunxiao, con la túnica del clan y su mirada fría como la lógica…

todos entendieron algo:

Ya no era el niño prodigio.

Era Jin Muheon.

El que forja el campo.

El que dobla el combate.

El que camina sin permiso...

porque está construyendo el camino.