Las puertas del Monte Yunxiao se abrieron lentamente con un leve canto de energía.El sonido era sutil, casi ceremonial.
Decenas de aprendices, instructores y discípulos de segundo ciclo esperaban curiosos al recién llegado.Habían pasado un año desde que partieron.Un año donde todos crecieron.Pero sólo uno regresó irreconocible.
Jin Muheon entró caminando entre las columnas de piedra.Ya no vestía como un niño.Su túnica negra ajustada con filamentos metálicos se adhería a su cuerpo como si lo protegiera y pesara al mismo tiempo.Su mirada era estable, pero gélida.Y en su espalda, dos nuevas estructuras flotaban sin contacto: formaciones móviles que no existían hace un año.
No necesitaba decir nada.Su presencia hablaba por él.
Los maestros en la plataforma de recepción observaron en silencio.
El más anciano de ellos, Anciano Su, sonrió con los ojos entrecerrados.
—Así se ve un verdadero cultivador en marcha.
Otro maestro asintió, cruzando los brazos.
—El fuego en sus ojos... no es ira.Es resolución.
—
Jin no caminaba solo.
Qian Rou estaba a su lado.
Por primera vez, no lo vigilaba desde lejos. No era su sombra. Era su compañera.
—¿Te diste cuenta? —le preguntó con una leve sonrisa—. Ya nadie te mira como un niño.
Jin no respondió de inmediato. Caminó unos pasos más, hasta detenerse frente al portón del segundo nivel de la academia.
—No soy uno —dijo con voz grave—.Pero aún no soy lo suficiente.
Qian se giró hacia él.
—Entonces dime, Jin... ¿qué necesitas de mí ahora?
Jin giró lentamente el rostro hacia ella.
—Tú serás mi daga.Mientras yo construyo... tú protegerás mi espalda.
Qian Rou lo miró en silencio. En sus ojos, un leve temblor.
—...Entonces soy tu arma.
—No todavía —replicó Jin, con una media sonrisa—.Aún soy un pequeño cultivador que no está listo para blandirte.Pero lo estaré.
Se acercó al borde del pabellón, contemplando el mundo desde lo alto.
—Voy a cambiar este lugar.Voy a cambiar este mundo.Pensé que con construir podía ayudar a todos.Pero no era tan sencilla la respuesta.
Su voz se hizo más profunda, más pesada.
—Así que voy a ir un paso más allá.Voy a crear paz.Incluso si eso significa convertirme en el dios de todos.
Qian entrecerró los ojos.
—Hablas como alguien que está por hacer una locura.
Jin asintió sin dudar.
—Esta noche haré algo arriesgado.Voy a avanzar al siguiente reino de mi cultivo.
El silencio fue absoluto.
Qian Rou tensó la mandíbula.
—Eso es demasiado peligroso. Apenas tienes cuatro años.Tu cuerpo… no está listo.
Jin la miró de frente, sin parpadear.
—Entonces lo haremos listo.
—
Esa noche, el cielo sobre Monte Yunxiao estaba más quieto que nunca.
Y en una cámara sellada con runas que solo Qian Rou y Jin podían romper,comenzó la reescritura.
No solo de su cuerpo.Ni de su alma.Sino del camino mismo que su clase había estado trazando desde que nació.
Una clase que no pelea.Una clase que no ataca.Una clase que forja.
Pero ahora…
sería una clase que trasciende.