La noche cayó pesada sobre la ciudad.
La lluvia empapaba el concreto oxidado y los carteles holográficos parpadeaban como si estuvieran a punto de morir. Kuro y yo caminábamos por un pasaje industrial abandonado.
Él hablaba todo el tiempo.
—Dicen que mataste al traidor Rell sin moverte.Dicen que hiciste que su corazón fallara.Que tus pasos solos generan terror…
Yo solo asentía en silencio. No quería destruir su fantasía.
Nos habían dado una nueva misión. Un empresario influyente. Blanqueador de créditos ilegales. Protegido por guardias privados.
Matarlo en tránsito. Sin ser visto.
Una misión para asesinos de Rango Oro. Yo aún era Plata.
Pero me la dieron igual. Porque ahora pensaban que yo podía con todo.
Kuro se detuvo y señaló:
—Allí… el convoy pasará por esta avenida. ¿Cómo lo haremos?
Me quedé quieto. No tenía ningún plan.
Solo tenía en el bolsillo una moneda oxidada que había encontrado esa mañana.
Y entonces, sin pensar, la saqué. Jugué con ella entre los dedos.
Y… lo tiró.
Kuro contuvo el aliento.
La moneda giró en el aire, cayó entre dos ladrillos… y rebotó en el zapato de un anciano que caminaba justo por el borde de la acera.
El viejo, sorprendido, resbaló hacia la calle.
Gritó. Tropezó con una vendedora ambulante.
Su carrito de fruta se volcó. Naranjas rodaron por el pavimento mojado.
Un niño trató de ayudar, cruzando sin mirar.
Y justo entonces…
El camión de seguridad del convoy giró para evitar al niño.
Chocó con una baranda mal asegurada.
Esta se soltó y golpeó a una anciana que estaba sentada en una silla plegable.Ella gritó, se levantó de golpe y cayó hacia el paso del segundo vehículo del convoy… que se desvió bruscamente, estrellándose directamente contra el auto blindado del empresario.
AUGE.
Vidrio. Chatarra. Humo.
Todo el convoy, destruido.
Guardias muertos. El objetivo: decapitado por el propio cinturón de seguridad, arrancado por el impacto.
Yo me quedé parado, completamente congelado.
Kuro me miraba como si yo fuera un dios.
—Maestro... ¿qué técnica fue esa?
Tragué saliva.
—El entorno es el arma más letal. Solo hay que saber leerlo —dije, sin pensar.
—Increíble… lo haré parte de mis principios.
🕯️ Más tarde, en la sede:
La noticia llegó antes que nosotros.
Ya me esperaban con la insignia:
Rango ORO.
“Lo hiciste sin tocar un arma”, dijeron.“Sin rastro. Sin culpa. Sin testigos creíbles.”
Me ofrecieron acceso a información de alto nivel. Nuevas misiones.Y el archivo de asesinos enemigos que habían empezado a interesarse en mí.
Kuro caminaba detrás de mí como una sombra fiel.
—¿Puedo hacerte una pregunta, maestro?
—Habla.
—¿Qué habrías hecho si la moneda no caía así?
Lo miré. Sonreí con calma.
—No hablo con "y si". Solo con lo que pasó.
Final del capítulo:
En lo más alto de la organización, una voz susurra:
—Está a un paso de Diamante. Y ni siquiera entendemos cómo lo hace.¿Controla el caos? ¿Ve el futuro? ¿Es una anomalía?
Mientras tanto, alguien más observa los videos filtrados. Alguien que no cree.
—No es un asesino… no puede ser.Nadie puede tener tanta suerte.
Pero el miedo pesa más que la verdad.
Y el mito crece.