"""
Las fosas nasales de Orion Nightwing se dilataron mientras observaba los ojos de Lilith Thorne brillar con triunfo al otro lado de la mesa. Su sonrisa presumida le revolvió el estómago. Ella había conseguido lo que quería –ser su concubina– pero su victoria ahora le parecía vacía.
—Muy pronto, seré tu igual —ronroneó Lilith a Seraphina.
Orion estudió el rostro de su compañera, esperando la explosión de dolor, las lágrimas, la rabia. Pero la expresión de Seraphina permaneció absolutamente tranquila.
—Una concubina nunca es igual a una Luna —respondió ella, con voz firme.
Algo en su compostura lo inquietó. La Seraphina que había conocido desde la desgracia de su padre se habría derrumbado, habría huido entre lágrimas. Esta mujer se levantó con dignidad, ayudó a su madre a ponerse de pie, y solo se detuvo para dirigir sus palabras de despedida a Lilith.
—Puedes ser su juguete, Lilith. Yo seré su legado.