(Advertencia de contenido: Este capítulo contiene contenido explícito y está destinado a lectores adultos.)
Orion estaba frente a mí, su pecho musculoso subiendo y bajando con cada respiración laboriosa. El sudor brillaba en su frente, deslizándose por su cuello para desaparecer bajo el cuello de su camisa. Sus ojos—normalmente fríos y distantes—ardían con una intensidad que hizo que mi estómago se contrajera.
—Vete —mi voz tembló a pesar de mi intento de firmeza—. Ve a buscar a Lilith. Ella te ayudará gustosamente con tu... situación.
—No puedo —dio otro paso hacia mí—. ¿No lo entiendes? Tiene que ser contigo.
Retrocedí hasta que mis piernas chocaron con el borde de mi cama nuevamente.
—¿Por qué yo? Me odias.
Una risa ahogada escapó de su garganta.
—Créeme, me he estado haciendo la misma pregunta —sus dedos luchaban con los botones de su camisa—. La poción no crea deseo. Amplifica lo que ya está ahí.