Capítulo 60: El Desprecio del Alfa

—¿Cuál es tu única petición?

La pregunta de Orion quedó suspendida en el aire entre nosotros. Sus dedos, trazando perezosos patrones en mi hombro, se sentían como senderos ardientes contra mi piel. En sus ojos, vi algo que nunca había esperado – vulnerabilidad.

Podría pedir cualquier cosa ahora mismo.

El poder de esa realización surgió dentro de mí. Podría exigir un mejor trato, pedirle que enfrentara a sus hermanos en mi nombre, o incluso solicitar habitaciones privadas lejos de su constante crueldad.

Pero algo más tomó forma en mi mente – algo más frío, más calculado.

—No tengo nada en mente ahora mismo —dije, con mi voz deliberadamente plana mientras me alejaba de su contacto.

La confusión destelló en su rostro. —¿Nada? Debe haber algo que quieras.

Me encogí de hombros, subiendo la sábana para cubrir mi desnudez. —Te lo haré saber cuando piense en algo.

Su ceño se frunció. Claramente esta no era la respuesta que esperaba.