Capítulo 80: Un Juego en el Bosque

El bosque me recibió con los brazos abiertos. Pinos altos y robles se extendían hacia el cielo, sus hojas susurrando en la suave brisa. Me deslicé detrás de un grueso tronco de árbol y rápidamente me quité la ropa, doblándola ordenadamente en un montón.

Mi piel se erizó con la piel de gallina en el aire fresco. Cerré los ojos y dejé que mi lobo tomara el control. La familiar quemazón se extendió por mis extremidades mientras los huesos crujían y cambiaban. En momentos, estaba de pie sobre cuatro patas, mi pelaje marrón en marcado contraste con el suelo del bosque.

Salí corriendo, dejando que el viento soplara a través de mi pelaje. Esta era la libertad—la única libertad que me quedaba. Sin trillizos. Sin Lilith. Solo yo y el bosque.