Capítulo 108: Muriendo en Sus Brazos

Mi corazón retumbaba en mi pecho mientras Ronan y yo irrumpíamos por las puertas principales de la mansión. El vínculo que me conectaba con Kaelen pulsaba con angustia—débil, entrecortado, como un latido que se desvanece.

—¡Allí! —gritó Ronan, señalando hacia las puertas.

La visión me heló la sangre. Kaelen se tambaleaba por la entrada, su alta figura encorvada por el dolor. Incluso desde la distancia, podía ver las manchas oscuras que cubrían su camisa. Sangre. Tanta sangre.

Corrimos a través del patio, acortando la distancia entre nosotros en segundos. Justo cuando lo alcanzamos, las piernas de Kaelen cedieron. Me lancé hacia adelante instintivamente, atrapándolo mientras colapsaba en mis brazos. Su peso nos arrastró a ambos al suelo.

—¡Kaelen! —grité, acunando su cabeza en mi regazo. Mis manos quedaron resbaladizas con sangre—. ¿Qué pasó? ¿Quién te hizo esto?