La mano del Alfa Cassian descansaba ligeramente en mi espalda baja mientras me guiaba a través del resplandeciente salón de baile. El calor de su tacto se filtraba a través de la seda carmesí de mi vestido, un claro recordatorio de que estaba jugando un juego peligroso.
—Has captado bastante atención esta noche —murmuró Cassian, sus ojos ámbar escaneando la habitación.
Seguí su mirada y noté varios Alfas observándonos con interés no disimulado. Algunos parecían curiosos, otros hambrientos. Enderecé mi columna, negándome a parecer intimidada.
—Estoy acostumbrada a que me miren —respondí—. Aunque generalmente por razones menos halagadoras.
Los labios de Cassian se curvaron en una sonrisa conocedora. —La misteriosa Luna de la Manada del Creciente Plateado con amnesia. Eres el chisme más intrigante en tres territorios.
Mi loba se agitó inquieta dentro de mí, su advertencia clara: *Mantente cerca de este. Ya sabe demasiado.*