—¿Qué quieres decir con que el Lord Beta se la llevó?!
La voz enfurecida de una mujer resonó por la cámara tenuemente iluminada, su furia vibrando a través de las paredes. Estaba de pie en el centro de la lujosa habitación, su exquisito vestido brillando bajo la luz parpadeante de las velas. Franjas doradas se entretejían en la tela, acentuando su estatus noble. Pero a pesar de su elegante apariencia, su rostro estaba grabado con pura frustración mientras caminaba de un lado a otro.
Frente a ella, un joven vestido con una túnica púrpura finamente confeccionada permanecía rígido, su expresión retorcida por la inquietud.
—Te lo juro, Arata —dijo, con la voz impregnada tanto de ansiedad como de arrepentimiento—. Estaba a punto de agarrarla... a solo un segundo, cuando de repente apareció Madam Melisa de la nada.
Sus puños se apretaron a sus costados mientras continuaba, su respiración irregular.