—¿Cómo te atreves, sirvienta insignificante?!
La voz furiosa cortó el aire denso y vaporoso, destrozando el momento como un cristal golpeado por un martillo.
Era Mira. La esposa oficial de Dimitri.
Entró a zancadas en su baño, su furia era tangible, irradiando de su ser como un fuego furioso. La mujer que alguna vez fue amable, a quien todos creían tan tranquila como una paloma, ahora ardía con ira desenfrenada, sus ojos brillando rojos como los de un dragón.
Mientras se acercaba a la gran bañera de piedra, Sorayah permaneció congelada, de pie en el agua tibia, su mente aún procesando la situación. Mientras tanto, Dimitri, recostado en la bañera con los ojos cerrados, mostraba una indiferencia irritante, como si nada inusual estuviera sucediendo.
Sin previo aviso, el sonido agudo de una bofetada resonó por todo el baño. La fuerza de la palma de Mira al chocar contra la mejilla de Sorayah envió una descarga de dolor ardiente a través de su rostro.