¡Ese Monstruo Sin Corazón!

Sorayah tragó saliva con dificultad, su corazón latiendo violentamente contra sus costillas mientras su mirada se posaba en la mano del cadáver. Una pulsera rodeaba la muñeca, una que parecía inquietantemente familiar.

Se le cortó la respiración.

No... no podía ser.

—Es... es Lily —balbuceó, con voz apenas audible.

Sin pensar, se abalanzó hacia adelante, cayendo de rodillas junto al cuerpo sin vida. El terrible hedor a descomposición le quemaba las fosas nasales, pero ya no le importaba. Las lágrimas nublaron su visión mientras sus manos temblorosas se extendían, sus dedos rozando la piel fría y rígida.

Los sirvientes reunidos jadearon, sus rostros una mezcla de conmoción y horror. Algunos se dieron la vuelta, incapaces de soportar la visión.

Liam estaba de pie a unos metros de distancia, su expresión inicialmente indescifrable. Luego sus ojos se entrecerraron y sus labios se curvaron con impaciencia.

—¿De qué estás hablando? —exigió, con voz teñida de irritación.