Me acompañarás a la guerra.

Las mejillas de Mira se sonrojaron, sus labios se curvaron en una sonrisa satisfecha mientras se posicionaba junto a Dimitri, completamente consciente del poder que ahora ejercía sobre Sorayah.

Sorayah permaneció rígida, con la respiración atrapada en su garganta mientras observaba a Dimitri preparar la flecha. Sus ojos esmeralda estaban fijos en ella, calculadores y peligrosos.

Su corazón latía violentamente.

Si él golpeaba cualquier otra parte de su cuerpo, ella podría sanar. Pero su corazón, si la flecha atravesaba su corazón, moriría. Y eso era algo que no podía permitir. La expresión de Dimitri era indescifrable y no podía decir si estaba siendo serio o simplemente tratando de aterrorizarla.

«No moriré a manos de mis enemigos. Si debo hacerlo, moriré en mis propios términos».

La mirada de Sorayah permaneció fija en la flecha, todo su cuerpo preparado para huir. Cada músculo estaba tenso, listo para impulsarla lejos en el momento en que él la soltara.