¿Por qué está duro?

Sorayah entró en la casa de baños, el cálido vapor envolviéndola como un suave abrazo. El aroma de pétalos de rosa se mezclaba con el aire húmedo, tranquilizador pero cargado de una tensión no expresada.

Dimitri ya estaba en el baño, medio sumergido en agua tibia salpicada de pétalos. Su cabeza descansaba contra el borde, ojos cerrados, con el más leve indicio de satisfacción suavizando sus facciones.

Sin perder un momento, Sorayah se acercó, sus pasos ligeros contra el suelo de piedra. Tomó la esponja colocada al borde de su baño y se arrodilló junto a él. Sus manos, firmes y experimentadas, sumergieron la esponja en el agua antes de frotar suavemente a lo largo de su hombro y pecho.

El silencio entre ellos era denso, interrumpido solo por los suaves sonidos del agua ondulando alrededor de su cuerpo y los movimientos rítmicos de sus manos contra su piel.

Entonces, finalmente, Sorayah habló, su voz baja pero afilada con curiosidad contenida.