¿Dónde está Rhys?

Mientras tanto, en una habitación exquisita adornada con ricas cortinas púrpuras y complejos diseños dorados, Anaya estaba sentada en silencio. El delicado aroma a lavanda flotaba en el aire, mezclándose con el tenue resplandor de la luz dorada de las velas que se reflejaba en las superficies pulidas. Ahora vestía una blusa púrpura fluida combinada con una falda a juego, su largo cabello intrincadamente peinado y adornado con horquillas doradas que brillaban como estrellas.

Estaba sentada en una mesa de madera tallada, donde un trozo de pergamino y una pluma yacían frente a ella. Sus dedos delgados temblaban ligeramente mientras sumergía la pluma en el tintero y garabateaba las mismas palabras que había escrito innumerables veces antes:

¿Dónde está Rhys?