Un Aliado

Sorayah lo miró fijamente, temblando.

—¿Y crees que te ayudaría a manipularlo así? No soy una herramienta para ti —su voz tembló con el peso de la emoción—. ¿Estás tras el trono? ¿Es de eso de lo que se trata?

Él sonrió, pero esta vez, no fue burlón. Fue sombrío.

—Deberías llevar a cabo esta orden, Sorayah. Estás lidiando con tu mayor enemigo... lenta pero seguramente —dijo Dimitri, con voz baja y deliberada—. Además, sé que Lupien no es el único hombre lobo que odias. Los desprecias a todos, ¿no es así? Pero para ganar una pelea limpia, tienes que empezar por su líder. Y para asegurar tu victoria, necesitas un aliado. Te guste o no, tu única opción es unir fuerzas conmigo.

Una lenta sonrisa permaneció en sus labios mientras fijaba su mirada en ella.

La expresión de Sorayah se endureció.