CAPÍTULO 2: LAS CENIZAS DE BERLÍN

CAPÍTULO 2: LAS CENIZAS DE BERLÍN

Registro de Emergencia - Berlín Sector 7 (2145)

"Apagón total confirmado.

Temperatura exterior: -12°C.

Supervivientes reportan:

- 'Sonido de alas metálicas' (87% casos)

- Luces azules en escombros (100%)

Protocolo: Evacuar hacia Refugio Norte.

Repetimos: No acercarse a figuras humanoides con venas luminosas."

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La nieve negra crujía bajo los pies descalzos de Ícaro. Berlín olía a cables fundidos y pan quemado. Sus alas metálicas, ahora completamente formadas, emitían un zumbido grave con cada movimiento, como un transformador herido.

En lo que fuera una panadería, alguien había pintado con óxido:

"EL ÁNGEL NOS DEJÓ A OSCURAS"

Un gemido lo detuvo.

Entre los escombros, un anciano escarbaba con dedos ensangrentados. Su piel colgaba de los huesos como papel mojado. Ícaro sintió el tirón antes de verlo: un hilo plateado de energía los unía.

No. No otra vez.

Pero su cuerpo actuó. Inhaló.

El hombre se desplomó. Piel gris. Ojos vacíos. La energía fluyó hacia Ícaro, iluminando las venas azules bajo su piel.

— Abuelo...

La voz era de una niña.

Emergió de las sombras, su cuerpo diminuto envuelto en cortinas sucias. El collar de perro del muerto colgaba de su cuello delgado. Sus ojos verdes brillaban con odio puro.

— Monstruo —escupió, levantando un trozo de vidrio.

Por primera vez, las alas de Ícaro no respondieron.

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Nota Médica - Dra. Liora Voss

"Día 7 post-Incidente:

El mercurio en sus lágrimas es energía pura.

Cada lágrima acelera el colapso.

Ironía: Le enseñé a llorar."

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La estación de Gesundbrunnen conservaba el olor fantasmal a café. Ícaro se miró en un charco:

- Venas azules pulsando bajo su piel

- Dos surcos plateados en sus mejillas

Intentó tocar las lágrimas de mercurio. Sus dedos las atravesaron como humo.

— No puedes llorar —la voz vino de los túneles—. Tu cuerpo lo convierte todo en combustible.

Liora emergió cojeando. Su brazo derecho estaba vendado con trapos sangrientos. Su cabello blanco, ahora con mechones negros, como si el tiempo fluyera al revés.

— Viniste a matarme —dijo Ícaro, sintiendo sus alas erizarse.

Ella dejó caer una mochila. Dentro había:

Un mapa estelar marcado con cruces rojas, una foto de él en el tubo y una jeringa con líquido dorado

— Esto calmará tu hambre —mintió—. O... —señaló el mapa— puedes ir donde no hagas daño.

Un ruido. La niña los observaba desde las sombras, el vidrio listo.

Liora susurró:

— Quédate y aprende qué es ser un dios. O vete y sé solo un parásito.

El mercurio en su rostro brilló más intenso.

— ¡Mounstro! —gritó la niña.

Cuando volvió la vista, Liora había desaparecido. Solo quedaba el mapa... y el eco de una advertencia:

"La Nebulosa del Cangrejo tiene respuestas."

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Grabación Encontrada - Niño 9 años

"Abuelo decía que los monstruos no eligen serlo.

Yo elijo ser peor.

Klara, terminando transmisión."