Capitulo 3

Bram y Adam bajaban las escaleras del segundo piso para dirigirse a su salón al igual que los demás estudiantes pues la hora del receso había terminado ya. A pesar de que no era algo nuevo para Adam disponer de alguna amistad le resultaba extraño que el chico que hacía un mes era un total extraño para él pues solo sabía su nombre y a pesar de asistir a las mismas clases rara vez compartían palabra pero ahora ambos se sentían como amigos, una incógnita en la mente de Adam no dejaba de rondar por su cabeza, le parecía extraño que aquel joven desconocido ahora se abriera a él como si fueran amigos de toda la vida, sabía su nombre, su edad y dirección, tenía una novia que asistía a otra universidad, era el hijo mayor de dos hijos siendo él el único varón.

Caminaban así un tanto apresurados. Adam sentía una tentación enorme por preguntarle a Bram el motivo del porque había sentido ese repentino interés en formar lazos amistosos con él pero reprimía su deseo, pensaba que quizás sería una pregunta incómoda o simplemente no había un motivo en especial.

—Mañana vamos a salir a festejar el día del Rey ¿te decidiste a venir?— Preguntó Bram.

Adam guardó silencio intentando procesar lo dicho por su amigo.

—¿Irán? ¿Quienes?— Por un momento Adam pensó que la propuesta de Bram incluía solo a él y al joven.

—Bastian, Noah y levi— Respondió Bram.

Adam conocía a esos muchachos pues eran con quienes Bram solía pasar los recesos escolares y con quién siempre lo veía pasar el rato. Adam quedó pensativo.

—¿Entonces?— Mencionó Bram lanzándole una mirada escrutadora esperando una respuesta del joven.

—No lo sé, te confirmo más tarde.—

El joven arqueó los labios.

—¡Ok!— Soltó Bram alzando los hombros y dejándolos caer.

Llegaron al salón justo a tiempo pues la clase estaba por empezar, el profesor había tomado si asiento y se disponía a pasar lista como se solía hacer en cada clase.

El profesor Peter era el profesor de teología, materia que se impartía en dicha escuela, un viejo de casi sesenta años que siempre vestía pantalón de vestir y zapatos de charol y sobre su playera una chamarra de tela delgada a rayas color negro y rojo que siempre llevaba consigo, algunos jóvenes bromeaban sobre su vestimenta diciendo que era la única chamarra de la cual este disponía.

— Como ustedes saben, la teología es la rama dedicada al estudio de la religión y más específicamente de la Biblia y de Dios. Como la mayoría de ustedes han visto, la religión católica está dejando de ser lo que era antes. Desde que surgió la reforma protestante, la iglesia católica ha perdido adeptos por ir detrás de las enseñanzas de Lutero.

No se si han notado, pero desde hace unos diez años aproximadamente las iglesias católicas son menos concurridas que antes y sin embargo nos podemos encontrar con alguna iglesia protestante, ya sea evangélica, bautistas o metodistas y reformadas luteranas. Desde la reforma, los protestantes se han esforzado en destruir a la iglesia católica convenciendo con absurdos discursos de que la iglesia católica no es la verdadera iglesia. ¿Alguien sabe por qué motivo surgió la reforma protestante?—

Mencionó el profesor mirando por encima del marco de sus anteojos a sus estudiantes esperando una respuesta pero esta jamás se hizo escuchar aunque algunos jóvenes incitaban a Adam a hablar, aunque sabía que no era buena idea pues solo buscaban ridiculizarlo. Al no obtener respuesta, el profesor se puso de pié y expresó en voz alta.

—La historia del protestantismo surgió hace quinientos años y con ella todas las herejías de Martín Lutero, quien no conforme con lo que la autoridad de la iglesia dictaba se reveló contra esta, convertiéndose en un hereje y un apóstata, rechazando la autoridad del papa, los dogmas del catolicismo como el bautismo de bebés y la transustanciación para luego fundar iglesias a su conveniencia para beneficio propio. Y pensar que mucha gente cayó en sus mentiras y siguen las enseñanzas de Lutero como si se tratara de Jesús. Pero todo aquel que reniega de la fe católica está bajo anatema, o sea maldición pues fuera de la iglesia católica no hay salvación y los herejes protestantes niegan a María sabiendo que sin María no hubiera salvación pues por ella llegó el salvador al mundo— El discurso estaba por prolongarse más tiempo pero Adam, quien escuchaba atentamente levantó la mano para poder hablar. Había escuchado todo eso con dedicación pero un sentimiento de cólera comenzaba a fluir desde su interior pues su opinión sobre el protestantismo era contraria a la de su profesor quien sabía que el joven no profesaba la misma fe que él y mas aún así este le incitaba a decir algo o querer himillarle pues su mirada se centraba de cuando en cuando sobre Adam quien prefería no sacar a la luz ningún tema relacionado con la religión.

—¿Sí, Adam?— Mencionó el viejo dándole la oportunidad a su alumno para hablar.

Este se levantó lenta y vacilantemente, su respiración agitada comenzó a delatar su nerviosismo a la vez que miraba a su alrededor y cada una de las miradas de sus compañeros estaban centradas en él, algunas muchachas se hablaban en secreto y en sus pensamientos surgía la idea de que aquellas muchachas que susurraban entre ellas lo que hacían era hablar de él a sus espaldas pues era costumbre que sus compañeros hablaran cosas negativas sobre él, quien por provenir de una familia religiosa protestante era visto como a una escoria y más aún desde que su hermano le había quitado la novia a otro muchacho.

Aspiró hondo y soltó.

— Matín Lutero jamás estuvo en contra de la iglesia católica y mucho menos pensaba crearse una iglesia a conveniencia para su propio beneficio. Lutero solo expuso los grandes errores de la institución católica de esos tiempos, especialmente por la venta de indulgencias lo cuál sinceramente hasta hoy en día es una tontería pensar que en algún tiempo las personas pagaban por sacar a las almas del purgatorio, la fe no se vende, creer en Dios es algo gratuito, así como gratuita es la gracia del señor que se nos ha brindado como un regalo inmerecido, nuestra decisión es aceptarlo o rechazarlo, ahí es donde entra el catolicismo dándole gloria a la creación antes que al creador. ¡Y no! No odiamos a María, la amamos por ser la madre de Jesús, decir lo contrario sería un pecado: el pecado del falso testimonio y mentira. De hecho si no fuera por Lutero hoy en día no tendríamos una Biblia en casa casa. ¿ O ya olvidó usted que antes la Biblia solo era para unos cuantos? Al estar completamente en el idioma latín era imposible para el pueblo leerla pues es la lengua oficial del Vaticano—

—Te recuerdo, Adam, que en esos tiempos la gente era analfabeta— Interrumpió el profesor con una obvia molestia en su tono de voz.

—Le doy la razón. Pero si no fuera por la reforma protestante aún la Biblia sería exclusiva solamente para los líderes de la iglesia y no para sus congregantes. Martín Lutero tradujo la Biblia al idioma secular y poco a poco comenzaron a haber más traducciones hasta que llegó a ser lo que es hoy.—

Parecía como si todo en aquel momento se tratara de dar el mejor argumento en pro y en contra, el uno defendiendo su ideología protestante y el otro su fe en una institución religiosa. Aquellos jóvenes comenzaron a abuchear al joven dando gritos de ánimo y vítores para aquel sabio profesor quien profesaba tener la verdad absoluta sobre la religión.

Adam se sintió menos al lado de aquel hombre cuyo apoyo general era suyo así que prefirió tomar lugar y no mencionar nada más, agachó la cabeza y permaneció en silencio hasta el final de la clase.

Bram, a su lado sonreía y asentía con la cabeza en muestra de único apoyo, esto en lugar de reconfortarlo lo hizo sentir apenado.

Había llegado el final de clases y todos salían del salón apresuradamente y entre empujones excepto un par de estudiantes y entre ellos estaban Adam y Bram.

Adam metía sus libros en su mochila dispuesto a salir , se puso de pie al mismo tiempo que su compañero y Adam lo miró vacilando en hablar o quedarse callado.

—¡Bram!— Mencionó este al ver a su amigo alejarse. Bram detuvo el paso y prestó atención a Adam.

— So-sobre lo de mañana— Titubeó.

La expresión de Bram denotaba una expresión de duda.

— Lo del día del rey, quedé en darte una respuesta—

Los ojos de Bram se abrieron más, Adam le había aclarado su duda y ahora ya entendía a qué se refería el joven.

—Sí, me gustaría ir.— Concluyó Adam.

— ¡Perfecto! Pásame tu número y nos ponemos de acuerdo más tarde.—

Así se hizo, ambos compartieron sus números de teléfono y quedaron en comunicarse más tarde. Mientras tanto, Adam tomaba el autobús de regreso a su casa.

El autobús estaba abarrotado, por lo que algunos jóvenes, al no encontrar asientos libres, se veían obligados a viajar de pie, aferrándose a los asientos o a la barra pasamanos para no perder el equilibrio. Adam era uno de ellos, situado en la parte delantera, mirando hacia adelante mientras el bachiller y los lugares cercanos se alejaban, dando paso a las orillas de la ciudad. Allí, las hermosas casas se alineaban por un lado, mientras que por el otro, al final de la población, los campos de lavandas fragantes y tulipanes naranja creaban una armoniosa simbiosis, contrastando perfectamente con los colores del edénico paisaje.

Adam contemplaba el paisaje con admiración, ya que el panorama que sus ojos podían percibir le llenaba de alegría, una especie de emoción vibrante que le llenaba por completo los sentidos y el alma. Una especie de ensueño celestial se apoderaba de sus pensamientos, creando hermosas imágenes y escenas de las que él era el protagonista.

Sus oídos, su vista y todos sus sentidos permanecían distantes por algunos breves momentos ignorando por completo la vida exterior más allá de si mismo. De nuevo miraba alejarse aquella vieja y abandonada fábrica que él nunca había visto en funcionamiento pues llevaba más de dos décadas en desuso y abandono, en ciertas ocasiones grupos de jóvenes se congregaban en el lugar para drogarse, traficar drogas o simplemente pasar el rato entre amigos lejos de la ciudad, de las autoridades y de las restricciones.

El aire de las ventanillas a los lados se colaba deliciosamente refrescando el aire del interior y daba un leve aroma a flores silvestres que endulzaban el olfato y alegraban el trayecto.

Adam bajó por fin del autobús, había terminado el trayecto sentado en una de los asientos de las primeras filas que se habían desocupado en alguna parte del trayecto, permanecía sereno mirando desde adentro por la ventanilla con su mochila apoyada sobre sus piernas inertes hasta que por fin después de algunos minutos más llegó hasta la parada en que él debería de bajar, se puso de pie y agradeció al conductor antes de bajar.

De nuevo sus pies tocaban el tibio pavimento de tarde a tan solo algunas horas del anochecer, aspiró hondo en un sentimiento de lamento por su "mediocre vida" como él le llamaba. La puerta emitió un rechinido al abrirla y luego la cerró detrás de él con un golpe que resonó en toda la parte baja de la casa de madera.

Una especie de letanía en la voz de su padre se escuchaba a lo lejos acompañado por otras voces femeninas en su mayoría.

Adam meneó la cabeza, esa misma situación se solía repetir algunas veces a la semana volviéndose algo tedioso para los jóvenes hermanos quienes preferían tomar algún momento libre, en caso de Alek, este prefería salir con sus amigos o su novia a algún lugar para distraerse de tanta religiosidad, más sin embargo Adam prefería encerrarse en su habitación a mirar televisión, tocar su vieja guitarra y en casos poco comunes salía a pasear en bicicleta y visitar algún lugar solitario, se sentía solo todo el tiempo y a pesar de estar rodeado de personas ese sentimiento de soledad absoluta no mermaba sino que se hacía más presente que en los momentos de soledad en su habitación. La gente le provocaba una especie de hastío enfermizo que le nublaba la mente con miles de prejuicios.

Subió las escaleras tratando de escabullirse antes de que sus padres le hablaran pues era habitual que su padre le llamase para estar con ellos en la congregación con los hermanos de la religión.

Subió las escaleras corriendo a tan solo algunos escalones de llegar al segundo piso.

Entró a su habitación y se tumbó en la cama dejándose caer en peso dando un leve rebote que provocó que su mochila cayera al suelo pero decidió no tomarle importancia, cerró los ojos por un momento para relajarse un poco.

Aquella idea de ir con Bram y sus amigos a festejar el día del rey ese mismo sábado le revolvía el estómago pues un nerviosismo común en él lo atacaba cada vez que de socializar se trataba.

Su mente estaba llena de prejuicios, todos los muchachos de su colegio le resultaban uno copia del otro, los miraba fumar fuera de los baños, besuquearse con sus novias a escondidas de los profesores y conserjes, todos hablaban un lenguaje vulgar del cual el se negaba a participar., en pocas palabras: todos le resultaban una mala influencia para el joven para quien el libertinaje era una mala costumbre que no deseaba adoptar por ningún motivo, sumado a que las conversaciones de la mayoría de los jóvenes de su edad eran sobre temas que lo incomodaban como las drogas, el sexo o algún otro tema controversial para él.

Así que Adam prefería evitar tener amistades a menos que compartieran la misma educación que él y que respetaran sus creencias tal y como él respetaba las demás incluso aunque estos profesaran una de contraria a la del joven.

Después de algunos minutos se puso de pie y cogió su guitarra, misma que se mantenía colgada de un perchero que sobresalía de la pared, unida con una especie de banda de tela que le permitía colgarla en la pared o bien atravesando su cuello hasta por debajo de su axila dejando la guitarra a la altura de su abdomen o bien a la altura de su tórax para poder tocarla más fácilmente.

Adam había sido uno de los músicos de la congregación de la cual su padre era el líder pero la había abandonado un año atrás por motivos personales.

Las notas y acordes comenzaron a sonar armónicamente en la habitación de Adam, su voz había perdido experiencia pero aún así cantaba a voz baja en un tono de falsete que contrataba dulcemente con la melodía que la guitarra emitía, cada traste y cada acorde era perfecto a pesar de no haber practicado en varios meses sino tan solo algunos minutos al día de vez en cuando.

El joven se sentía frustrado con su vida, sentía que cualquier camino que tomase no lo llevaba a ningún lugar en concreto. Se llenaba de ira por dentro pues sueños habían sido rechazados y desechados, vivía su juventud con limitaciones pero ésto empezaba a fastidiarle y anhelaba un cambio en sus hábitos pero sus padres y su actitud tímida eran un gran impedimento para el joven soñador.

La casa parecía haberse quedado sola y Adam se decidió a bajar, su estómago ya reclamaba por algo de alimento y un delicioso aroma a verduras cocidas se elevaba por el ambiente abriendo aún más el apetito del joven.

—Adam, creí que no estabas—

Mencionó de pronto su madre al verle entrar a la cocina.

—Estaba en mi habitación— Respondió este mientras llenaba un vaso de cristal con agua para beber.

Al darse la vuelta después de bebido su vaso de agua se encontró con su padre al lado de la entrada a la cocina que llevaba al comedor, este estaba recargado en el marco de la entrada donde no había una puerta, tan solo un gran espacio rectangular que llevaba a la sala y comedor. Su padre, cruzado de brazos sobre su pecho una pierna flexionada miraba al joven con indiferencia. Este suspiró y meneó la cabeza negativamente.

—¿Qué pasa?— Pronunció Adam, la sospecha de un reclamo por parte de su padre surgió momentáneamente.

— Mañana es Sábado, mañana tengo labor en la iglesia, me imagino que no vas a asistir ¿Verdad?— Dijo su padre volviendo a su postura normal, Adam hizo una expresión de fastidio tornando en blanco sus ojos y mordiendo su labio inferior haciendo una boca torcida por la pregunta de su padre.

—¡Y no me hagas esa cara!— Intervino su padre apuntando con su dedo al muchacho antes de que este pudiese decir cualquier cosa.

—¡Ya Richard! No lo atosigues— Le defendió su madre quien se secaba las manos con el mandil.

—Papá, tengo mucha, muuucha tarea. El profesor de matemáticas nos dejó demasiada tarea y todo porque Luke, un chico del salón le dijo al profesor Kendrick que el "Pi" era algo innecesario, que jamás utilizaríamos en la vida ante una situación. Y otros muchachos apoyaron la teoría de Luke así que el profesor se puso furioso y nos dejó varias hojas de tarea y contando las otras tareas de las otras clases no dudo que no termine en todo el día de hoy ni mañana.—

Esa parecía una buena excusa para el joven quien esperaba que su padre fuera un poco más consciente con él pero su padre en lugar de entenderlo se puso furioso y levantó la voz.

—No me importa lo que sea que tengas que hacer, vas a ir mañana conmigo a la labor de la iglesia, ya todos los hermanos me están preguntando porqué mi hijo menor ya tiene casi dos meses sin pisar la iglesia—

—Alek tiene más tiempo que yo, ¿y a él no le dices nada?—

—Tú bien sabes que tu hermano no puede porque va a ensayar los sábados y domingos a su escuela—

—Es solo una excusa, te dice eso porque se va a ver a Emily a...— Mencionaba Adam en esa pequeña riña que surgía entre su padre y él. Adam lanzó un suspiro de resignación.

—Da igual— Concluyó para no causar el cólera de su padre.

—¿Qué ibas a decir?— Intervino su madre quien tenía el entrecejo levantando esperando una respuesta del joven.

—Nada mamá. ¿Ya casi está la cena? ¡Muero de hambre!—

—Ya casi, unos diez minutos y está lista—

Respondió. Su padre tomaba asiento en una de las mesas del comedor mientras revisaba su celular.

—Voy a la sala— Dijo Adam y se dirigió a la sala y encendió el televisor.

Se sentó en el gran sofa marrón oscuro con las piernas separadas y con su espalda apoyada en el acolchonado sillón.

— Avión cayó con setenta pasajeros, no hubo ningún sobrevive.— Sonaba en los cortos informativos que pasaban por el canal nueve cada hora. — El gobierno Neerlandés está debatiendo sobre si debe o no legalizar el uso de la píldora de la eutanasia para personas en situación de enfermedad terminal, debatiendo de si esto es una desición personal o un asesinato. Más noticias a las nueve de la noche por el canal nueve. ¡Buenas tardes!—

Concluyó el corte noticioso y empezó una película de romance que se repetía al menos una vez al mes así que Adam comenzó a pasar de canal en canal hasta encontrar algo de su agrado, pero al no encontrar nada optó por apagar el televisor y revisar su celular.

Después de algunos minutos más, su madre le llamó para cenar.

—¿Alek no va cenar con nosotros otra vez?—

Mencionó este con un trozo de brócoli dentro de la boca.

—¿Qué problema tienes tú con tu hermano, Adam? Déjalo que salga con su novia—

Mencionó su padre soltando el tenedor sobre el platillo provocando un chillido agudo, su expresión de molestia provocó que el joven hirguiese los hombros y bajara la mirada.

—Solo era una pregunta, no lo he visto en todo el día— Se excusó el joven llevando otro bocado a su boca y sin levantar la mirada.

— Ya sabes cómo es tu hermano desde que te viene novia no tiene tiempo para cenar con nosotros—.

Mencionó su madre con un tono de voz amable y esbozando una leve sonrisa llevando un bocado a su boca para luego mascarlo sutilmente.

El padre del joven entrelazó sus manos con sus dedos apoyando los codos sobre la mesa y apoyando su barbilla sobre los nudillos de sus manos cruzadas y empezó a hacer una oración de gracias por los alimentos, luego de eso comenzaron a comer de la cena sin mencionar ninguna palabra más.

—¿Y tú, aún no tienes novia?—

Mencionó su padre luego de un breve silencio.

El joven comenzó a toser fuertemente, un pedazo de verdura se le había pasado por la garganta sin haberlo masticado, sus ojos empezaron a lagrimear y después de varios segundos el alimento pudo pasar y con ellos la tos.

—¡No!—. Mencionó este con timidez.

— Ni siquiera tengo permiso de salir más que a la escuela y a la iglesia, ni siquiera tengo amigos—

Esta respuesta que debería de ser un simple monosílabos se volvió una dolorosa querella del joven quien se sentía en cierta medida restringido de su propia vida y sus propias decisiones.

Su padre volvió su mirada hacia su hijo con una inexpresiva mirada y este a su vez la mantuvo sobre su padre intentando mantener la mirada fija lo más posible. Algunos segundos fueron suficientes para que el joven retirara la mirada y la centrara en su madre quien lo miraba con ojos enormes tornando su mirada en Adam y en Richard, su esposo.

— Amor, cenemos en paz, por favor. Sabes que la hora de comer es sagrada—

Sugirió Norma, la mujer de la casa para calmar un poco aquella situación.

Richard accedió a la petición de su mujer más aún así su mirada despectiva hacia su hijo se hizo presente durante todo el tiempo a la mesa.