Klein se encontraba revisando su teléfono en su pupitre, durante la hora del descanso. Deslizaba la pantalla, pasando los diversos videos que una aplicación le recomendaba.
De vez en cuando comentaba en uno, aunque nunca daba un me gusta ni seguía a nadie.
Avanzó de esa forma hasta que se topó con uno en específico.
Una pareja romántica, ¿Eh?
Klein tuvo este pensamiento mientras veía el vídeo.
Decidió entrar a los comentarios para ver si había algo divertido que pudiera encontrar. En lugar de eso, se encontró con comentarios así:
-Jajaja, que idiota. No sabe que su novia lo engaña con otro influencer, jajaja.
Bajó un poco la vista y se encontró con la respuesta al comentario anterior:
-Que desagradable. Y luego se preguntan porque los hombres están solos.
Klein apartó la vista y siguió buscando comentarios diferentes que no fueran como los anteriores. Después de un tiempo, encontró uno:
-Mierda, ya me cansé de estar solo...
Qué patético... ¿Enserio no hay ningún comentario lindo hacia la pareja?
Después de ese pensamiento, Klein simplemente siguió deslizando por los vídeos de la aplicación.
Un tiempo después, la campana sonó y el descanso terminó, reanudando las clases.
El tiempo se sintió como una eternidad para Klein. Con cada segundo que escuchaba las aburridas explicaciones del profesor, deseaba darse un tiro.
Luego de aproximadamente dos horas más del tortuoso destino llamado escuela, finalmente sonó la campana que indicaba la hora de salida.
Klein agarró su mochila y se apresuró a salir del salón, pero una voz lo detuvo.
-Alto. Tienes que hacer limpieza. Está escrito en el pizarrón.
Klein volteó al pizarrón y efectivamente, ahí estaba su nombre. Luego, miró a la persona que lo detuvo de su tan esperada liberación.
Vió a una chica hermosa. Tenía cabello negro que caía en cascada. Su piel era tan hermosa como la luz de la luna. Su mirada de ojos verdes tenía una emoción indescernible, misteriosa.
Klein dio un ligero asentimiento y fue rápidamente hacia el baño de los trabajadores, donde encontró una escoba.
Agarró la escoba y corrió rápidamente de regreso al aula. Barrió lo más veloz que pudo y cuando terminó, esperó el consentimiento de la chica que le había indicado su limpieza.
La chica examinó cuidadosamente el suelo de madera y, después de unos segundos, le dio permiso a Klein para que pudiera irse.
Klein agarró su mochila y se apresuró a salir. Estando en las puertas de salida de la escuela, vio la lluvia cayendo frenéticamente.
Joder. Debí de simplemente irme... Klein se llevó una mano a la cabeza.
Esperó durante diez minutos completos, pero la lluvia seguía sin cesar.
Estando a punto de resignarse e irse debajo de la lluvia, la chica que antes había visto se paró a su lado.
-¿Enserio te irás así? Te enfermarás.
-Sí, bueno... No tengo otra opción.
Klein se encogió de hombros.
-No, eso no está bien. -La chica abrió su mochila, buscando algo-. Ten, toma.
La chica había sacado un pedazo de cartón, entregándolo a Klein.
-Esto...
Klein no sabía que decir. Su expresión era extraña.
-Pontelo sobre tu cabeza. Tan siquiera te protegerá un poco.
Klein no tuvo más remedio que hacer caso. Se puso el cartón sobre su cabeza y agradeció apresuradamente a la chica, para luego irse.
En su camino a casa casi se cae un par de veces, pero tenía una agilidad y flexibilidad sorprendente para evitarlo.
Llegó a su casa y se paró frente a la entrada. No abrió la puerta de inmediato, en lugar de eso, la observó durante unos segundos. Tomó un suspiro y finalmente entró.
El interior de la casa parecía deshabitado. El único indicio de actividad que había era una nota sobre la mesa ubicada en la entrada.
-Calienta el pollo que dejé sobre la estufa. Te dejé dinero para que compres algo de tomar.
En un principio, la nota simulaba ser de uno de sus padres, pero a juzgar por lo seca que era, se podría pensar que era de un asesino.
Klein le dio un vistazo rápido a la nota y entró a la casa. Se quitó sus zapatos, dejándolo en la entrada.
Subió a la segunda planta, entrando al baño. Se quitó la ropa y luego se metió a la ducha. Sus músculos marcados y estéticos se empapaban con el agua chorreante de la regadera.
Después de un tiempo, se secó con una toalla y salió de la ducha. Se puso una camiseta y pantalones holgados, ocultando los músculos que antes había mostrado.
Bajó al primer piso de la casa, calentó el pollo dejado sobre la mesa mientras encendía su computadora. Entró a una página web y reprodujo un anime romcom.
Cuando el pollo terminó de calentarse, se sirvió la comida y un vaso de agua y se puso a comer mientras veía en paz el anime romcom.