—¿Qué está pasando?
Roy bajó la voz, levantando su brazo para revolver el cabello gris corto de Soto. El pelaje de la Bestia Mixta era áspero, duro, punzante, con un calor evidente.
Soto no respondió, acurrucándose cerca de su cuello, reprimiendo un gemido bajo en su garganta. Se sentía enojado, pero esta ira no tenía dónde desahogarse, asentándose en cambio como impotentes quejas y celos, tratando de buscar consuelo de su dueña.
La parte baja de la espalda de Roy estaba siendo frotada de manera incómoda y caliente. Ella se inclinó ligeramente hacia adelante, el ligero sonido del flujo de aire mezclado con risas.
—No te excites aquí.
Por supuesto, ella entendía por qué Soto se comportaba de esta manera. Pero no tenía el deber de transformarse en otro tipo de mujer casta, solo para satisfacer la posesividad de Soto. Él era simplemente un subordinado, su propiedad, y de una manera algo agradable, pero este cariño aún no se había elevado al punto de necesitarlo exclusivamente.