Mordaza de bola, collar, esclavo sexual o perro.

Alguien estaba tarareando una canción.

La voz era suave, la melodía serpenteante, como los susurros de un ruiseñor, o una hipnótica canción de cuna.

Teodoro levantó sus pesados párpados. En la visión que se aclaraba gradualmente, vio una figura esbelta. Cabello rubio platino atado suavemente en la parte posterior de la cabeza, revelando un cuello blanco. Un fino camisón de tafetán brillaba tenuemente en la luz deslumbrante, su suave dobladillo colgando a la altura de las rodillas, debajo de las cuales había pantorrillas desnudas y tobillos ligeramente rosados.

Los sentidos de Teodoro estaban muy embotados.