Por la forma en que Alfa me está mirando, estoy bastante segura de que quiere verme muerta. Bueno, vivir tampoco es tan genial ahora mismo.
El Rey Licántropo me mira otra vez.
—Responde la pregunta, humana.
Pero mi cerebro en pánico no logra recordar cuál era. Apartando la mirada de sus intensos ojos grises, mis ojos recorren la habitación, estremeciéndose ante la mirada fulminante de Alfa.
En cambio, miro a los Licántropos sentados a la mesa. Uno de ellos tiene el pelo rojo fuego y pecas por todas las mejillas, y apoya los codos en la mesa, sonriendo levemente cuando nuestras miradas se encuentran. De todos los que esperan que hable, él es el único que parece remotamente accesible.
Me da un pequeño impulso de valor, suficiente para respirar profundo y recordar la pregunta que me hicieron.