Caine: El Precio de Robar

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—¡No! No lo hice. Ella... ella no me dejó acercarme. Lo juro, Alto Alfa.

Fenris gruñe bajo en mi cabeza, pero la mano de Jack-Eye agarra mi hombro, apretando con fuerza.

—Caine —dice. Solo mi nombre, pero su tono está lleno de advertencia.

Maté al último Alfa. Matar a su sucesor traerá más problemas y dolores de cabeza. Estos son hechos que entiendo, pero mi cerebro está gritando, aullando por un pago de sangre para aliviar mi ira.

—Esa chica es mía —susurro, forzando mis dedos apretados a relajarse. En el momento en que se libera la tensión, su cara golpea el suelo nuevamente, aún víctima de mi dominancia.

«Mátalo», dice Fenris, como si no hubiera sido él quien me obligó a prometer pacifismo antes.

Sacudo la cabeza, luchando por despejar la neblina roja de sed de sangre que nubla mi visión. La lucha es visceral—una guerra entre mis instintos más básicos y cualquier vestigio de civilidad que he logrado mantener desde que ascendí al trono de los Licántropos.