Jack-Eye: Arruinado

JACK-EYE

Los dedos de Lira tocan mi mandíbula. Fríos como el invierno pero intensos como el calor del verano. Su otra mano presiona contra mi pecho, no empujando fuerte pero con suficiente presión para hacerme enderezar.

Se pone de pie, un movimiento fluido que me hace retroceder instintivamente. Un paso adelante de ella, un paso atrás de mí. Un baile que de repente no estoy dirigiendo. Mi espalda golpea la pared antes de que me dé cuenta de que me ha maniobrado a través de toda la habitación.

—Reglas —dice, con voz baja y directa—. No puedes tocarme. No puedes moverte. Nada de súplicas. —Sus ojos felinos sostienen los míos, sin parpadear—. No llamar mi nombre. No invocar a la Diosa. No oraciones.

Resoplo. ¿Habla en serio? He tenido mi cuota de noches salvajes, pero ella actúa como si este beso pudiera romperme.

—¿Puedes seguir esas reglas, Aarón?

—Creo que puedo manejar un beso sin pedir intervención divina. —Mis palabras suenan confiadas. ¿Mi polla? No tan segura.