—Soy Elric, un mago... —se presentó el anciano, aunque su voz transmitía vacilación. Miró a su alrededor, con confusión brillando en sus ojos—. Él también parecía inseguro de por qué estaba allí. Solo había una explicación formándose en su mente, y su mirada volvió a Addison, aunque aún no podía confirmarlo.
De repente, otro rugido desgarrador resonó desde lo profundo del bosque—más cerca esta vez. Fue seguido por varios gritos agónicos, y el viento trajo consigo el hedor de sangre fresca.
Los dos hombres parados frente a Elric arrugaron la nariz con disgusto. Incluso el hombre que sostenía a Addison frunció el ceño mientras se giraba para mirar detrás de ellos.
Todos sabían que no podían quedarse mucho más tiempo. El Alfa Zion se acercaba, y con cada segundo que pasaba, la presión y sed de sangre que irradiaba se volvía más pesada y asfixiante.
Entonces el anciano habló, su voz firme pero urgente. —¡Aquí! ¡Por aquí, rápido!