—Se está muriendo —dijo el sanador con gravedad mientras colocaba sus manos brillantes sobre el pecho de Addison, canalizando su energía—. Su corazón está bajo una tensión extrema. Ha perdido demasiada sangre, apenas logra bombear lo poco que queda a través de su cuerpo.
El Doctor Real inmediatamente tomó el control, ladrando órdenes al resto del personal médico en la sala.
—¡Vayan! Comprueben su tipo de sangre, ¡necesitamos una transfusión inmediatamente! Su lobo no está respondiendo, y no está sanando lo suficientemente rápido. Su cuerpo no está generando sangre rápidamente, y si esto continúa, ¡sufrirá un paro cardíaco!
Solo entonces los demás comprendieron la gravedad de la condición de Addison.
Mientras el Sanador Real comenzaba a trabajar para estabilizarla, el doctor rápidamente procedió a evaluar el resto de sus heridas.