Capítulo 104 Malentendido

Ella se inclinó lentamente, sin romper el contacto visual. Su lengua se asomó, juguetona y sensual, mientras bajaba la cabeza y la arrastraba por su pezón, provocándolo. Todo el tiempo, sus caderas se movían en un ritmo lento y deliberado, frotándose contra su duro y ansioso miembro.

—Adi... —suspiró Zion, pero su voz se entrecortó cuando Addison movió sus caderas nuevamente, lenta, deliberada, devastadoramente lenta. La fricción de su húmeda y resbaladiza intimidad arrastrándose contra su endurecido miembro hizo que sus ojos se cerraran, y un gemido reprimido escapó de su garganta.

Sus manos se alzaron instintivamente, agarrando sus muslos a ambos lados. Sus dedos se hundieron en su suave carne, sosteniéndola como si se anclara a la realidad, instándola silenciosamente a continuar.