Ciudad Notting Hill.
Era un lugar querido para Max. Su ciudad natal. Donde creció, donde fue a la escuela y, lo más importante, donde fundó la pandilla del Tigre Blanco y construyó su primer imperio.
Había estado orgulloso de todo lo que había creado allí... hasta que se unió al Imperio Stern. Porque, como dicen, la comparación es el ladrón de la alegría.
La razón por la que eligió esta ciudad para el plan de hoy era simple, la conocía mejor que nadie. Cada esquina, cada callejón, cada tienda y sombra. La gente. Los atajos. Los secretos.
Esta era su ciudad.
«Nunca esperé volver tan pronto», pensó Max. «Siempre planeé regresar cuando estuviera listo, para recuperarla. Pero... las circunstancias han cambiado».
—Entonces, Max —dijo Joe, inclinándose hacia adelante desde el asiento trasero—, ¿vas a explicar por qué vamos a una ciudad completamente diferente? Porque esto está empezando a parecer la preparación para algún tipo de juego mortal.
Entrecerró los ojos con sospecha.