Dinero, Dinero, Dinero

Dentro del gimnasio, solo dos sonidos resonaban en el espacio.

El golpe seco de los puños golpeando las almohadillas, uno tras otro, y el cántico constante que acompañaba cada golpe.

—¡Dinero, dinero, dinero! —gritaba Joe con cada puñetazo.

—¡Otra vez! —ordenó Steven, levantando las almohadillas.

—¡Dinero, dinero, dinero! —gritó Joe, lanzando sus puños con más fuerza con cada palabra.

Con cada cántico, Joe golpeaba con todo lo que tenía, poniendo energía en cada impacto como si estuviera golpeando directamente a través de la promesa de ese cheque de pago.

—Estos dos ciertamente han cambiado de actitud —comentó Aron desde un lado.

—¿Verdad? —dijo Max con una pequeña sonrisa—. Me lo esperaba.

En el momento en que Max mencionó cuánto estaba dispuesto a pagar, dos mil por cada nocaut, sus cabezas giraron como imanes. Y así, sin más, accedieron a ayudar a derribar a Dipter.

Estaban tan emocionados que Max juró que podía ver signos de dólar brillando en sus ojos.