Una Pandilla Callejera

Todo el grupo continuó caminando por el taller mecánico abandonado. A su alrededor se encontraban los esqueletos oxidados de viejos automóviles, desmantelados hasta sus estructuras y dejados para que se deterioraran.

Siguieron el ruido que venía de adelante, un grupo ruidoso y bullicioso justo más allá del taller.

Steven y Joe se sobresaltaban con cada sonido, constantemente mirando por encima de sus hombros como si alguien pudiera saltar sobre ellos en cualquier momento.

—¡Ja! De todos modos no importa —dijo Steven, tratando de animarse—. Incluso si me roban, ya estoy en números negativos, ¡así que no es como si pudieran quitarme algo más!

—Hombre... Espero no terminar como tú cuando sea mayor —dijo Joe, mirando de reojo la expresión extrañamente orgullosa de Steven.

—¿Qué demonios acabas de decir? ¡Y estás orgulloso de ser un matón! Al menos yo no soy como tú, Green.

—¡Y ahora me estás acosando! —respondió Joe bruscamente.