Un Mal Humor

Escuchando atentamente al teléfono, Aron asentía, absorbiendo cada palabra que Max decía. Sus expresiones faciales cambiaban segundo a segundo, levantando las cejas, tensando la mandíbula, hasta que Max finalmente terminó de explicar lo que había sucedido.

Aron dejó escapar un largo suspiro por la nariz, obligándose a mantener la calma.

—Ya veo... Es bueno que estés bien ahora —dijo Aron—. ¿Así que simplemente saliste de la tienda y decidiste conseguir tu traje?

Max no respondió de inmediato, pero Aron continuó de todos modos.

—Puedo entender tu situación. Solo hay... un pequeño problema —añadió—. Verás, ¿el centro comercial? En realidad es propiedad de uno de los miembros de tu familia. Uno de los Sterns.

Hubo una pausa al otro lado de la línea. Un silencio que le dijo a Aron que Max se había quedado paralizado.

Luego vino la pregunta que había estado esperando, la que Max probablemente temía.

—¿Cuál de ellos? —preguntó Max.

—Es Karen Stern —respondió Aron.