En lo alto de la montaña, Aron y sus equipos de fuerzas especiales avanzaban por el bosque en modo de búsqueda total.
El plan había sido sencillo: tres equipos, formación triangular, cada uno cubriendo una sección del denso terreno boscoso. Estaban cazando a un solo individuo. Un hombre conocido solo por rumores.
Hércules.
El nombre por sí solo era suficiente para inquietar a la mitad del equipo.
La búsqueda había estado avanzando de manera constante, hasta que uno de los escuadrones se comunicó por radio.
Habían encontrado algo. Una cabaña. Escondida en el bosque.
Pero minutos después, un grito atravesó el canal.
Luego... silencio.
Sin estática. Sin seguimiento.
Solo silencio absoluto.
Conociendo las coordenadas exactas de ese equipo, Aron inmediatamente cambió de ruta, alertando al escuadrón restante mientras corrían a toda velocidad por el bosque.