El Gran Poder

La enorme grada de metal seguía sostenida en alto sobre la cabeza de Hugo.

Las venas sobresalían de sus antebrazos, sus bíceps, su cuello, gruesas como cuerdas, pulsando bajo su piel como enredaderas luchando por liberarse. ¿Y Dipter? Solo podía mirar con incredulidad.

Ninguna cantidad de entrenamiento, sin importar cuántos años, cuánta fuerza, cuánto dolor, podría darle ese nivel de poder.

No era solo físico.

Era inhumano.

Por todo el patio, los reclusos habían dejado de respirar. Los chicos cerca de la cancha de baloncesto, los que se habían reído y bromeado hace apenas unos minutos, ahora estaban paralizados. Con los ojos muy abiertos. En silencio. Había miedo en cada rostro.

No solo se preguntaban qué podía hacer Hugo ahora.

Se preguntaban qué estaba a punto de hacer después.

De repente, un altavoz crujió detrás de ellos.

—¡Hugo! ¡Baja esa estructura, ahora!