No podía dejar de pensar en aquel libro antiguo mientras estaba sentada en mi siguiente clase. La voz del profesor se desvaneció en un ruido de fondo mientras mi mente reproducía lo que había leído —esos pocos minutos preciosos con el texto que validaba todo lo que había estado experimentando.
"El Mito del Rechazo del Alfa." Excepto que no era un mito. Las marcas ramificadas en mi espalda, el debilitamiento de mi loba, el dolor constante —todo era real, documentado, y aparentemente lo suficientemente conocido como para ser registrado en la historia de la manada.
Mi bolígrafo golpeaba nerviosamente contra mi cuaderno. No había podido leer lo suficiente para descubrir si existía una cura, pero la mención de un ritual me había dado esperanza. Una esperanza que la Señora Harrington había aplastado rápidamente al confiscar el libro.