—Esa es la hermana de Ethan —susurró la rubia en mi regazo, con sus ojos recorriendo la habitación—. Se ve... diferente.
Mi mirada siguió la suya, posándose en Elara. El vestido púrpura abrazaba cada curva de su cuerpo, la tela terminaba a media pierna revelando unas piernas largas y suaves. Su cabello oscuro caía en ondas sobre sus hombros, y aun desde esta distancia, podía ver el brillo esmeralda de sus ojos.
Algo primitivo se agitó dentro de mí. No se parecía en nada a la tímida omega que se había escondido detrás de ropa holgada y gafas gruesas. Esta Elara exigía atención, y todos los machos en las cercanías lo notaron.
Incluyéndome a mí.
La rubia —¿Cassie? ¿Carrie?— se movió en mi regazo, presionándose contra mí con más firmeza. Su mano se deslizó por mi pecho mientras intentaba recapturar mi atención. —¿Quieres encontrar un lugar más privado? —ronroneó, sus labios rozando mi oreja.