—Entonces, déjame ver si entiendo. ¿Algún tipo espeluznante te envió un mensaje, sabía que estabas mirando tu teléfono y luego afirmó ser tu acosador? —La voz de Seraphina se elevaba con cada palabra, atrayendo miradas curiosas de los estudiantes cercanos en la cafetería de la universidad.
Hice una mueca, indicándole que bajara la voz. —Dijo que estaba bromeando sobre la parte del acosador.
—Sí, porque eso lo mejora tanto —Sera puso los ojos en blanco, apuñalando su ensalada con fuerza innecesaria.
—Creo que suena romántico —intervino Debra, con ojos soñadores—. Como un admirador secreto que es demasiado tímido para acercarse a ti.
Seraphina y yo intercambiamos una mirada.
—Debs, no hay nada romántico en que algún bicho raro anónimo esté observando a Elara a través de su ventana —dijo Sera.
—No sabemos si realmente me estaba observando —señalé, aunque yo misma no estaba convencida—. Podría haber sido una suposición afortunada.