Mi corazón martilleaba en mi pecho mientras reconocía esa voz. Rhys Knight. ¿Qué estaba haciendo aquí conmigo?
—¿Qué estás haciendo? —susurré, con la voz temblorosa. La oscuridad nos rodeaba, haciendo que su presencia fuera aún más abrumadora.
No podía verlo, pero podía sentirlo—su calor irradiando a través del pequeño espacio, su aroma envolviéndome. Mi espalda seguía presionada contra la pared, y no tenía a dónde escapar.
Pasos pasaron fuera de la puerta, y escuché más risas. ¿Cuánto tiempo había estado aquí? ¿Dos minutos? ¿Tres? El tiempo parecía estirarse infinitamente en la oscuridad.
—¿Hola? —llamé, esperando que alguien pudiera oírme—. ¿Hay alguien ahí?
No llegó respuesta desde fuera. Solo más voces amortiguadas y música, demasiado lejos para distinguir. Mi pánico aumentó.
Entonces sentí movimiento. Algo chocó contra mi hombro—no, no algo. Alguien. Mi cuerpo colisionó con un pecho duro, y jadeé.