Lazos Rotos y Palabras Amargas

Todo mi cuerpo temblaba —no por miedo esta vez, sino por un cóctel de emociones que ni siquiera podía comenzar a desenredar. La oscuridad de la habitación aún nos rodeaba, pero algo había cambiado dentro de mí. Un interruptor se había activado.

Mientras los labios de Rhys presionaban contra mi cuello nuevamente, una oleada de claridad atravesó la niebla de confusión y deseo. ¿Qué estaba haciendo? ¿Qué estaba *él* haciendo?

Planté mis manos firmemente contra su pecho y lo empujé hacia atrás con toda mi fuerza.

—¡Aléjate de mí, sucio! —Las palabras brotaron de mi boca con una vehemencia que me sorprendió incluso a mí.

Rhys tropezó ligeramente hacia atrás, y pude sentir su conmoción incluso en la oscuridad. El aire entre nosotros crepitaba con tensión.

—¿Cómo me acabas de llamar? —Su voz era peligrosamente baja, ese familiar filo de autoridad de Alfa cortando a través de cada sílaba.