—¡Suéltame! —exclamé, arrancando mi brazo del agarre de Rhys. Mi corazón latía con fuerza contra mis costillas, la ira y la confusión arremolinándose dentro de mí. Un minuto estaba dirigiéndome a la puerta de mi casa, y al siguiente Rhys Knight había aparecido de las sombras, agarrando mi brazo.
Sus ojos destellaron peligrosamente bajo la tenue luz del porche. —¿Ibas a ignorarme?
—¿Cuál es tu problema? —exigí, frotándome el brazo donde sus dedos habían dejado marcas—. ¡No puedes acechar fuera de mi casa y luego agarrarme como un acosador!
Rhys pasó una mano por su cabello oscuro, luciendo más desaliñado de lo habitual. La sonrisa confiada que estaba acostumbrada a ver fue reemplazada por algo crudo, casi desesperado.
—Te he estado esperando —admitió, con voz más baja ahora—. Te vi con él.
La realización me golpeó. —¿Estabas espiando mi cita con Liam?